Bajo el cielo gris y una lluvia torrencial, Ralft hizo el primer movimiento. Como una bala, se lanzó hacia el hombre llamado Lantón. Su puño chocó contra la espada ligera. Ambos retrocedieron un paso.
Otro puño oscuro volvió a golpear la espada. Chispas saltaban al contacto, como si dos metales colisionaran. Lantón esquivó el tercer puño y, con un movimiento fluido y elegante, su espada dibujó un arco ascendente, apuntando al brazo antes de que pudiera hacer contacto.
Una flecha rozó la mejilla del hombre alto, obligándolo a retroceder. Tiza ya había tomado posición en lo alto de un árbol. Sacó otra flecha y disparó hacia la cabeza de su enemigo, pero este la desvió con su espada.
Los dos aventureros miraron fijamente al hombre alto. Se dieron cuenta de que era extremadamente fuerte. Ellos eran rango Oro y, aun así, no tenían ventaja en este combate. Por otro lado...
Guren y Arthur enfrentaban al Sabueso, mientras Carlota los apoyaba con hechizos. La mujer llamada Saline que los acompañaba se quedó atrás, observando todo con una mirada de desprecio.
Las dagas y los martillos chocaron. Guren retrocedió un paso, pero el Sabueso no se detuvo. Empezó a lanzar ataques continuos. Arthur se mantenía a un costado, esperando su oportunidad.
Guren se recompuso rápidamente y siguió el ritmo. Sin embargo, en un momento, el Sabueso cambió su estilo de ataque. Comenzó a hacer fintas, combinando golpes débiles con ataques fuertes. Eso desorientó al enano, que no sabía cómo recibir los ataques.
Cuando el Sabueso vio una brecha, no dudó en atacar sin piedad, apuñalando el hombro de Guren.
—¡Maldito…! —gruñó el enano, tambaleándose.
Arthur entró en ese momento con un corte recto hacia abajo. Sin embargo, su oponente esquivó sin dificultad y contratacó, haciéndole una herida en la pierna. Aunque no era superficial, tampoco era mortal.
Arthur intentó otro ataque con su Filo del Alba, pero otra herida apareció en su pecho. En ese instante, lo entendió.
Solo está jugando con nosotros… Si quisiera, ya me habría cortado la pierna… y mi pecho estaría partido en dos.
El Sabueso corrió hacia Arthur, agachado, casi rozando el suelo, y lanzó un corte doble ascendente que le hizo dos heridas más en el pecho.
Guren se reincorporó. Carlota ya lo había curado y se disponía a atender a Arthur.
Con los martillos, diez veces más pesados, asestó un golpe a la espalda del Sabueso. Este salió volando varios metros, pero se puso de pie rápidamente y volvió a la pelea.
El grupo se dio cuenta en ese intento de que la batalla se les estaba poniendo cuesta arriba. Los dos hombres eran demasiado fuertes y aún desconocían las habilidades de la Saline.
Ralft seguía atacando, mientras Tiza apoyaba con flechas. Lantón, por otro lado, esquivaba y contraatacaba como si la batalla recién hubiera comenzado.
Otro corte cayó sobre el cuerpo de Ralft. Este fue más profundo. Lantón intentó acercarse para asestar otro, pero una flecha casi le atravesó el brazo. El aventurero aprovechó ese momento y, con un golpe furioso, apuntó a su cabeza.
Cuando el golpe estuvo a unos centímetros, unas enredaderas detuvieron su brazo. La espada ligera se balanceó y dejó otra herida en el pecho, obligándolo a retroceder.
Miró a los demás. Vio cómo el Sabueso abrumaba a Guren y Arthur. Estaban llenos de cortes. La situación se volvía crítica.
Carlota estaba casi agotada. Los había curado sin descanso.
En ese momento, una voz resonó en el campo de batalla.
—¿Qué están haciendo? Ya me aburrí… ¡Mátalos de una vez!
Era Saline, con una expresión de fastidio y desdén.
Con esas órdenes, el Sabueso se volvió aún más brutal y agresivo. Lantón se encogió de hombros y miró a Ralft.
—Bien… Terminemos rápido.
Con una velocidad mucho mayor que antes, trazó un corte en el aire. Al momento siguiente, salió un haz de luz oscura tan veloz que Ralft no pudo bloquearlo ni esquivarlo. El ataque le cercenó el brazo, cortándolo como si fuera tofu caliente, incluso con su habilidad activa.
Los demás vieron con pánico esa escena. Carlota lanzó una curación desesperada, pero ya no le quedaba maná. Aun así, siguió curando. Sangre comenzó a brotar de su nariz, ojos, boca y oídos. Estaba usando su propia energía vital para ese último hechizo.
Ralft logró ponerse de pie, pero otro haz de luz se dirigió hacia él. Lo esquivó apenas y se adelantó para golpear, pero estaba muy debilitado.
Lantón contraatacó con otro corte. El otro brazo de Ralft voló.
El hombre preparó su arma para darle el golpe final, pero en ese momento, por detrás, una figura se deslizó, apuntando dos dagas al cuello de Lantón. Era un golpe mortal. De impactar, lo mataría.
Sin embargo, antes de que las dagas tocaran la piel, unas enredaderas surgieron del suelo, deteniendo el ataque. Lantón no perdió tiempo y lanzó dos cortes cruzados de luz oscura. La figura salió despedida por los aires.
Era Tiza. Cayó al suelo con sangre cubriendo su cuerpo. Como guardabosques, no tenía la resistencia ni defensa de Ralft. Su armadura apenas servía contra simples cortes.
Arthur, mientras aguantaba los golpes del Sabueso, presenció todo eso horrorizado. Una daga le apuñaló la pierna, haciéndolo caer al suelo.
Guren estaba en las últimas. Se lanzó con un grito para aplastar la cabeza del Sabueso, pero más enredaderas lo anclaron al piso. El Sabueso le infligió una serie de cortes al pequeño cuerpo del enano y lo pateó como si fuera basura.
Carlota, desmayada, con sangre cubriéndole todo el rostro. Los ojos de Arthur estaban rojos. Se levantó como pudo y corrió hacia Saline, espada en mano. Pero fue interceptado por el Sabueso.
Cinco cortes rápidos cayeron sobre él.
En el suelo, Arthur vio cómo Lantón se acercaba a Ralft, que estaba arrodillado. Le sostuvo la cabeza y preparó su arma.
La voz de la mujer resonó una vez más.
—Basura. Les dimos la oportunidad de irse y dejar al mocoso, pero decidieron desafiarnos. Si no fueran tan idiotas, estarían de regreso en su maldito gremio, cobrando su recompensa y bebiendo una cerveza.
Escupió al suelo.
—Me repugnan todos ustedes… Con sus valores de compañerismo y moral… Solo los llevó a esto. A ser cadáveres con los que se alimentarán las bestias.
Soltó una carcajada histérica.
Esas palabras rompieron algo dentro del joven novato.
¿Por qué? ¿Por qué tengo que aguantar que todo me pisotee? ¿Que pisoteen a mis amigos? ¿Por qué tengo que quedarme de brazos cruzados esperando que esta maldita bomba explote?
No… No esperaré más. Si tiene que explotar… que sea ahora. Al menos así… podré salvarlos.
De repente, algo cambió en el ambiente. Un poder opresivo apareció. Era como el aura de una bestia mítica de las leyendas.
Lantón entró en pánico.
—¡Señorita! Tenemos que salir. Creo que viene una bestia muy poderosa.
Saline no respondió. Estaba pálida, mirando al joven en el suelo.
Lantón siguió su mirada… y también lo sintió. El poder venía de Arthur.
—Esto es malo… —murmuró—. Su poder sigue creciendo… ¡Vámonos de aquí!
Corrió para sacar a la mujer del lugar, pero en ese instante ocurrió una explosión de maná. Era tan intensa que se podía ver el poder salir del cuerpo de Arthur.
El joven sintió como si su cuerpo se incendiara desde dentro. El maná estaba tan concentrado que lo desgarraba.
La marca en su brazo, con forma de medialuna, resplandecía.
Se puso de pie como pudo, miró a sus compañeros cubiertos de sangre… y se enfureció aún más.
Vio al Sabueso cerca, pateando la cabeza de Guren.
Se lanzó como una flecha.
El Sabueso se giró para bloquear el golpe, pero lo mandaron a volar varios metros. Tosió una bocanada de sangre al ver a Arthur… y sintió terror.
Tomó sus dagas nuevamente y se lanzó con un ataque letal. Sus armas brillaron de blanco y cortaron hacia Arthur. Las dos dagas lo atravesaron en el pecho… pero Arthur no sintió nada.
Tomó su segunda arma enfundada y, con un corte cruzado y una fuerza brutal, partió al Sabueso en pedazos.
Saline y Lantón ya habían escapado hacia el interior del bosque.
Con un dolor inhumano, Arthur se arrodilló. Arrastrándose hasta Carlota, le arrojó pociones sobre el cuerpo. Cuando despertó, lo vio, ensangrentado, con los ojos rojos y los dientes apretados.
Arthur no habló. Apenas podía respirar.
Dejó a Carlota atrás… y se adentró en el bosque.
Fin del capítulo.