En la frontera de la tercera capa del Bosque Púrpura, un grupo de tres y otro de cinco se miraban fijamente. El viento soplaba con fuerza, la lluvia comenzaba a caer y el ambiente estaba tan tenso que parecía que una tormenta estaba a punto de estallar.
Al escuchar lo que dijo la mujer, Arthur quedó en shock. Solo él sabía de qué estaba hablando.
Escudriñó al grupo. Era una joven de unos 20 años con el cabello violeta atado con una cinta; vestía un atuendo azul marino. A su lado, un hombre de unos 1.70 metros, con el cabello largo y descuidado, mirada de psicópata y gestos inquietos; se mordía las uñas de vez en cuando y murmuraba algo, con una capa roñosa y dos dagas largas en su cintura. Por último, un poco más atrás, estaba un hombre de pelo corto y negro, con una cicatriz en la mejilla y mirada fría. Medía casi 1.90 metros y de su cintura colgaba una espada ligera. Los tres llevaban el mismo uniforme.
Ralft miró al grupo de tres y preguntó:
—¿Qué hacen ustedes acá?
El hombre alto lo observó con cierta sorpresa y respondió:
—¿Sabes quiénes somos?
Ralft no contestó de inmediato. Esperó un momento y dijo:
—Ustedes son de la organización de mercenarios Colmillo Azul.
Luego, fijó la mirada en la mujer.
—Y tú eres Saline, la hija menor del líder, ¿verdad?
La mujer sonrió con una risita burlona.
—No pensé que mi nombre fuera tan famoso por este lugar. Parece que me he vuelto muy popular.
Arthur miró a Ralft y preguntó:
—¿Qué es eso de mercenarios?
Ralft suspiró antes de responder.
—Los mercenarios son como los aventureros, pero no están sujetos a ninguna regla, por lo que se dedican a trabajos que el gremio no acepta. Hay muchas organizaciones como Colmillo Azul en el mundo.
Hizo una pausa; su expresión se ensombreció.
—La organización Colmillo Azul es una de las más grandes en Month, con más de dos mil miembros. Se dedican especialmente a trabajos sucios como la extorsión, asesinato y secuestros.
Arthur observó al grupo con cierto resentimiento.
—¡Oh! —exclamó el hombre alto—. Sabes bastante sobre nosotros. ¿Acaso eras parte de la organización?
Lo pensó un momento y negó con la cabeza.
—No… Si hubieras sido parte de nuestra organización, solo podrías salir de allí como un cadáver.
Ralft lo miró fijamente y luego dijo con una voz cargada de odio:
—Nunca sería parte de algo tan cruel y despiadado. Hace tiempo tomé una misión para capturar a dos de Colmillo Azul. Estaban secuestrando niños y alguien pagó al gremio para que se hiciera cargo. Reuní un grupo y fuimos por ellos… pero cuando descubrimos lo que estaban haciendo… no pudimos simplemente capturarlos y dejarlos vivir. No eran personas, ni siquiera bestias. Eran demonios.
Ralft apretó los puños; su expresión de odio hizo que Arthur se sorprendiera. Siempre lo había visto como alguien relajado y bromista. Verlo así era raro.
La mujer soltó una carcajada.
—Jajaj Nuestra organización solo le estaba haciendo un favor al mundo. Esos malditos mocosos solo ensucian las calles. Deberían estar agradecidos de que alguien se encargue de esa basura.
Todo el grupo la miró con furia en los ojos.
El hombre grande habló.
—Ya que nos conoces, sabes lo fuerte que es nuestra organización. No queremos problemas con el gremio en este momento, así que lo haré fácil para ustedes.
Miró al grupo y continuó:
—Entréguennos a ese mocoso y podrán irse sin problemas.
Arthur entró en pánico.
Si el Colmillo Azul es tan fuerte como dijeron… lo mejor sería que me dejaran y se fueran…
Levantó la vista y vio a los otros cuatro sonriéndole.
Ralft le palmeó el hombro y dijo:
—Tranquilo. Eres parte del gremio, parte de este grupo. Nunca abandonaríamos a un amigo… y menos frente a estas bestias de Colmillo Azul.
—¿Amigo…? —murmuró Arthur, sintiendo calidez en su pecho.
Todos los demás asintieron.
La mujer habló.
—Lanton, es inútil convencerlos. Estas ratas del gremio son muy leales. Solo matémoslos. Igual no será la primera vez que limpiemos la basura del gremio.
Se dirigió al hombre a su lado y con una voz fría ordenó:
—Sabueso, arrodíllate y bésame los pies.
El hombre llamado Sabueso se agachó sin dudarlo… pero cuando iba a besarle los pies, la mujer le dio una patada que lo mandó a volar un metro.
El hombre quedó arrodillado en el suelo, sin levantar la cabeza.
La mujer volvió a hablar.
—¿Ven Así es como deberían ser los perros. Ustedes del gremio deberían arrodillarse y besarme los pies.
—Sabueso, ponte de pie.
El hombre se levantó rápidamente y se colocó a su lado.
La joven ordenó:
—Quiero que mates a esos cuatro. Deja al mocoso para torturarlo más tarde… Solo córtale las piernas o un brazo.
El hombre alto, llamado Lanton, sacudió la cabeza.
—Les di una opción y no la tomaron. Parece que tendré que mancharme las manos otra vez.
Desenvainó su espada de la cintura y se preparó.
El Sabueso también sacó dos dagas largas, mirando al grupo con sed de sangre.
El grupo de Arthur se preparó para la batalla.
El nerviosismo era evidente en la cara del joven. Nunca había matado a un humano. Siempre habían sido bestias, y no sentía culpa por ello… pero esto… esto era diferente…
Sacó su espada Filo del Alba con una mano temblorosa.
La mujer notó el arma y exclamó furiosa:
—¡Ese es el núcleo del escorpión! ¡Ese maldito mocoso lo convirtió en arma!
Miró a Sabueso con furia.
—Mátenlos a todos. Y a ese mocoso… háganlo sufrir.
La lluvia caía con fuerza. La tensión estaba en su punto máximo. Cuando alguien hiciera el primer movimiento… la batalla comenzaría.
Lo que sucedería después… solo el destino lo sabía.
Fin del capítulo.