Era un día de otoño. El invierno se acercaba. Las hojas de los árboles cubrían el suelo. Aunque era un mundo distinto al de Arthur, las estaciones se comportaban igual, solo que más extremas. Tormentas de nieve que podían congelarte al instante, lluvias que inundaban ciudades y calores abrasadores que incendiaban bosques. Un lugar donde, si no te mataban las bestias o los humanos, lo haría el clima. Y por si fuera poco, no existía nada que protegiera a los débiles. Debían salir a luchar por su supervivencia.
Ese era el crudo mundo de Lost.
El grupo de Arthur se movía rápidamente entre los árboles. Su objetivo era llegar al borde de la tercera capa, muy cerca de la cuarta, donde habitaban bestias capaces de destruir ciudades enteras.
Cuando estuvieron cerca de la ubicación, bajaron el ritmo. Ralft miró al joven y dijo:
—Querías saber sobre nuestras habilidades, ¿no?
Arthur asintió.
—Jajaja —Ralft se rió y continuó—. Mi marca está en el pecho, así que practico una habilidad llamada Cuerpo de Acero, que consiste en endurecer mi cuerpo como el metal.
Por su parte, Guren habló:
—Yo tengo mi marca en la pierna derecha. Practico la habilidad de ataque Refuerzo de Gravedad. Hace que mis martillos sean diez veces más pesados. Claro, ese peso no me afecta a mí, o no podría levantarlos —dijo, mientras bebía de su vasija.
Arthur miró a Tiza, expectante.
Ella resopló y dijo:
—Brazo derecho. Se llama Flecha Esmeralda.
El joven los miró a todos y agradeció:
—Gracias.
Sabía que los guerreros no solían revelar sus habilidades así como así. Después de todo, eran sus armas y era mejor que el enemigo no las conociera.
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Una hora más tarde, llegaron a la zona donde se había avistado al León Carmesí. Para su suerte, allí estaba. A lo lejos, se podía ver a un gran león de pelaje marrón claro y melena llameante. A su lado, unos pequeños tigres de un rojo intenso.
Los aventureros repasaron una vez más la estrategia y se lanzaron al ataque.
Al ver cinco siluetas salir de entre los árboles, el león rugió. Los tigres gruñeron y se prepararon para atacar.
El primero en hacer un movimiento fue Ralft, que se lanzó de frente al león. Lo siguieron Guren y Carlota. Tiza tomó altura y sacó su arco. Arthur fue directo hacia los tigres. Los miró y repasó mentalmente el bestiario.
Tigres Carmesí
Fortalezas: resistentes al fuego, mordida letal y gran agilidad.
Debilidades: defensa baja; el pelaje es fácilmente atravesado por un arma cortante.
Con eso en mente, desenfundó a Filo del Alba y se preparó. Era su primera batalla con sus nuevas armas. Estaba emocionado.
De repente, sintió cómo una luz lo envolvía. Al momento siguiente, se sentía más ligero. Giró la cabeza hacia el grupo de Ralft y vio a Carlota lanzando hechizos que envolvían al equipo.
Es como una especie de buff, pensó Arthur.
Carlota le devolvió la mirada y le guiñó un ojo. Un escalofrío recorrió su espalda al recordar cómo quería que la llamara "hermana mayor".
Se giró hacia las bestias que debía enfrentar y, con un grito, se lanzó al ataque. Atacó al tigre más cercano con un corte diagonal de su espada. La bestia lo esquivó y contraatacó rápidamente. Arthur bloqueó con su espada y volvió a lanzar otro ataque diagonal, esperando que esquivara de nuevo. Esta vez, se anticipó y le dio una patada en una de sus patas. La criatura chilló y volvió a atacar. En vez de bloquear, Arthur esquivó y la pateó otra vez. Con una pata casi rota, su movilidad se redujo. Arthur aprovechó para asestar un golpe letal. Se colocó a un costado y con un corte recto hacia abajo, le cortó la cabeza.
Inmerso en su combate, no se percató de que las otras dos bestias ya estaban a su espalda y se lanzaron a morderlo. En ese momento, una flecha voló desde un árbol cercano y atravesó a uno de los tigres, aunque no lo mató. Aun así, Arthur alcanzó a reaccionar a tiempo y bloqueó el ataque.
Mientras tanto, en el otro grupo:
Raflt utilizó su habilidad. Sus puños se volvieron de un negro brillante como el acero. Atacó la cabeza de la bestia con tal fuerza que la hizo retroceder. Golpeó de nuevo y las púas de sus guantes abrieron heridas profundas en su carne. Así continuó por un momento, hasta que la criatura abrió la boca y lanzó una llamarada hacia él. En el aire, sin posibilidad de esquivar, solo pudo cubrirse con los puños y esperar. Fue entonces que una pequeña barrera líquida cubrió su cuerpo. Carlota había lanzado el hechizo Escudo de Agua sobre él.
Guren activó Refuerzo de Gravedad y corrió hacia la pata trasera del león. Con un golpe cruzado de ambos martillos, le aplastó carne y huesos. El León Carmesí aulló de dolor. Sus ojos se pusieron aún más rojos.
—¡Atrás! —gritó Ralf—. ¡Atacará con su área!
Una gran llamarada salió de debajo de los pies del león, abarcando unos cinco metros. Cuando terminó, el suelo estaba completamente carbonizado y los árboles incinerados.
Ralft se lanzó nuevamente hacia la cabeza de la bestia, descargando una serie de golpes que desgarraban su carne. Esta vez, sus guantes tenían un brillo violeta: otro hechizo de Carlota que los imbuía con veneno.
Guren seguía machacando las patas de la bestia. De pronto, una cola vino desde un ángulo muerto y lo golpeó, arrojándolo al suelo. Carlota reaccionó al instante, usando curación sobre él. El enano se levantó como si nada y continuó con su labor.
La criatura se debilitaba poco a poco.
Mientras tanto, Arthur, con una bestia ya eliminada y otra herida, notando que el otro grupo iba bien, atacó al tigre más debilitado. Esta vez, atacaron en conjunto. Arthur apuntó a la cabeza del tigre con un corte horizontal, pero la criatura atrapó su espada con los dientes. La otra se lanzó a morder su cuello. En ese momento, otra flecha silbó y atravesó la pata trasera de la bestia. Arthur pateó al tigre que sujetaba su espada y rápidamente lanzó un corte diagonal, volando otra cabeza. Con la última bestia inmovilizada por la flecha, asestó un golpe letal, derribándola de un corte.
Con eso, los tres Tigres Carmesí cayeron sin vida.
Desde su posición en el árbol, Tiza asintió levemente hacia el joven y se centró en el combate restante.
Con dos patas totalmente destrozadas, el león apenas se mantenía en pie. Soltó otra llamarada por la boca hacia Ralft. Nuevamente, Carlota lo cubrió con un Escudo de Agua. Tiza aprovechó ese instante para activar su habilidad y lanzó una Flecha Esmeralda tan potente que parecía cortar el aire. Se clavó directo en la garganta de la criatura.
Cuando esta cayó al suelo, Ralft se impulsó al cielo tomando gran altura. Una luz cubrió su cuerpo. Era el hechizo Aumento de peso. Activó su habilidad y cubrió todo su cuerpo. Parecía un hombre de acero. Cayó como un meteorito que se estrelló contra la cabeza del León Carmesí, destruyéndola como una sandía.
La batalla había terminado.
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Arthur se reunió con los demás. Se miraron y sonrieron.
Ralft habló:
—Lo hiciste bien, novato. Ahora podemos tomar nuestro botín. Bien, misión completada.
El joven aventurero sintió que, por primera vez desde que llegó a ese mundo, estaba siendo valorado. Ya no era una basura. Aunque sin marca, tenía con qué luchar. Y, sobre todo, compañeros que lo respetaban y cuidaban.
Quiero salir más con ellos de aventura…
Pero en ese momento, se escucharon pasos desde el bosque. Los cinco se giraron, atentos al origen del sonido. Tres siluetas aparecieron en su visión. Cuando se acercaron más, pudieron ver claramente a la otra parte. Eran dos hombres y una mujer. Se aproximaron lentamente.
Uno de ellos habló:
—Señorita… ¿Es aquí donde sintió el aura?
La joven asintió. Miró al grupo y dijo:
—Sí. Estoy segura de que el aura del Lobo Alfa y del Escorpión está aquí. Más precisamente…
Se detuvo un momento. Y continuó:
—Provienen de ese chico.
Apuntó a Arthur.
Fin del capítulo.