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Chapter 9 - Las Ruinas Olvidadas

Temprano en la mañana, dos siluetas se alejaban de Lacos. Caminaban rumbo al Bosque Púrpura, una extensión siniestra y peligrosa donde los rumores contaban historias de bestias míticas, aves legendarias e incluso seres no muertos.

 

Pocos se atrevían a adentrarse demasiado.

 

Aquellas figuras eran Fista y Arthur, embarcados en su primera misión juntos.

 

A medida que avanzaban, los sonidos del bosque se volvían más pesados. Ramas rotas, gruñidos lejanos y el vuelo de aves de tonos grises acompañaban su marcha.

 

—Señorita Fista… —preguntó Arthur, mirando de reojo a su compañera. ¿Puedo saber qué es eso que mira tan fijamente desde hace rato?

 

—Es un mapa —respondió ella sin apartar la mirada de sus manos.

 

—Ah… claro, un mapa… imprescindible para orientarse. Je… olvido que aquí no hay GPS.

 

Fista alzó una ceja.

 

—¿Qué es un GPS?

 

—Eh… nada, nada. Por cierto… ¿Por qué tomó una misión de bronce medio? Por lo que escuché en el gremio, las mejores son las de bronce bajo, ya que son mucho más fáciles y la recompensa es solo un poco peor que la de más rango.

 

Fista se detuvo un instante y giró su rostro hacia Arthur, con una mirada gélida que hizo que el joven filósofo tragara saliva.

 

—No había misiones de bronce bajo. La mayoría de aventureros en Lacos son de ese rango, y desaparecen rápido. Solo quedan de medio y alto. Pensaba hacerla sola si nadie la aceptaba.

 

Tras una breve pausa, añadió:

 

—Se me olvidó preguntar tu rango. Si tomaste la misión, debes ser mínimo bronce medio, ¿verdad?

 

Arthur, con su habitual intento de orgullo, infló el pecho.

 

—Se equivoca, señorita. No soy bronce medio… soy bronce bajo… a medio paso de ser medio.

 

Un silencio pesado se instaló entre ambos. Fista lo miró de arriba abajo con una expresión tan fría que por un instante Arthur consideró huir. Sin embargo, sin decir nada más, Fista retomó su camino.

 

Esta chica es más aterradora que los monstruos… pensó Arthur, murmurando para sí.

 

Continuaron avanzando, pero a medida que lo hacían, los sonidos del bosque cambiaban. Se escucharon gritos lejanos, seguidos de gruñidos violentos.

 

—Eso vino de ahí… —Se detuvo Arthur, señalando hacia un claro.

 

Fista se aferró a su daga y avanzó con cautela. Arthur la siguió hasta que, tras apartar unas ramas espesas, llegaron a un claro donde se alzaban los restos de unas ruinas antiguas.

 

Fragmentos de piedra cubiertos de musgo, columnas rotas y lo que parecía una entrada subterránea semioculta por raíces los recibieron.

 

—No se supone que haya ningún edificio en esta zona… —frunció el ceño Fista. Las bestias los habrían destruido hace años.

 

—Bueno… tal vez las bestias hoy tenían el día libre —bromeó Arthur.

 

Fista lo ignoró y se acercó a inspeccionar la entrada. Dudó un momento, pero su expresión decidida no cambió.

 

—Podríamos ignorarlo… pero las oportunidades no esperan.

 

—Totalmente de acuerdo. Si algo he aprendido… es a no rendirse antes de intentarlo.

 

Ambos descendieron con cuidado por una escalera de piedra desgastada. El interior olía a humedad y polvo antiguo. Solo la luz tenue de las antorchas iluminaba el lugar.

 

Llegaron a una pequeña sala. Había estantes derrumbados, pergaminos rotos, libros enmohecidos y trozos de piedra tallada con símbolos irreconocibles.

 

—Nada de valor… basura vieja y húmeda —murmuró Fista, revisando un montón de papeles.

 

Arthur, por su parte, giró una esquina donde algo llamó su atención: un trozo de pergamino integral y algo traslúcido, con inscripciones apenas visibles.

 

—Oye, ¿esto será importante? —preguntó, mostrándolo

 

Fista se acercó, lo examinó con gesto indiferente y se encogió de hombros.

 

—Tal vez. Parece un pergamino de bajo rango… No vale mucho. Guárdalo. Podría servirte.

 

Arthur forzó una ligera sonrisa y asintió.

 

—Claro… nunca se sabe.

 

Lo guardó rápidamente, ocultando el hecho de que él no podía absorber sellos. Si Fista se enteraba, probablemente perdería todo el respeto que apenas estaba consiguiendo.

 

Decididos, siguieron adentrándose en las ruinas.

 

La historia de ambos apenas comenzaba.

 

 

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Fin del capítulo.

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