Cherreads

Chapter 8 - CAPITULO 7

Liora era liviana, Escarlata no se lo había planteado nunca. Había caminado junto a ella por años. La había visto escalar tejados como un espíritu, levantar cajas más grandes que ella en el mercado, derribar hombres dos veces su tamaño con una rodilla bien colocada.

Pero ahora, en sus brazos… parecía pesar menos que su sombra.

Sus ropas estaban empapadas de sangre, y su respiración era apenas una brisa irregular. El color se le escapaba de la piel como si el Vacío la hubiera tocado desde adentro.

Escarlata caminaba con ella en brazos, entre ramas negras y raíces vivas, y cada paso dolía más que el anterior.

No por su cuerpo.

Por el suyo.

La sombra bajo sus pies ya no era una. Eran muchas, arrastrándose, estirándose, como si el bosque intentara tragarlos o guiarlos, o ambas cosas al mismo tiempo.

" Escarlata... ¿por qué llueve dentro de mi cabeza?"

La voz no vino del exterior.

Fue un eco. Un fragmento.

La mente de Liora, derramándose entre los bordes de su inconsciencia.

" Dijiste que las sombras no muerden… ¿por qué la mía tiene dientes?"

—Aguanta… ya falta poco —murmuró él, aunque no supiera a dónde iba.

El mapa del Velo Púrpura, ese trozo de papel marcado con tinta viva, ardía dentro de su bolso. No sabía leerlo, pero su sombra sí.

Eso lo aterraba.

Porque ya no sabía si era él quien caminaba… o algo más a través de él.

De repente, se detuvo.

No por voluntad.

Por instinto.

La sombra se congeló. El aire perdió temperatura.

Y entonces, un crujido.

Después, otro.

Y otro.

No uno. No dos.

Decenas.

Emergieron de entre los árboles como si siempre hubieran estado allí. Criaturas deformes, de razas que alguna vez fueron bestias nobles. Un ciervo con cuatro cráneos rotos y ojos flotantes. Un simio sin piel, con brazos que se abrían en cuchillas. Y entre ellos, lo peor: humanos.

O lo que quedaba de ellos.

Los caminantes del Vacío.

Sus cuerpos eran sombras semilíquidas con espinas de hueso flotando dentro. Algunos llevaban aún armaduras rotas, insignias de reinos extintos.

Todos miraban a Escarlata.

Pero no por hambre.

Por reconocimiento.

—Escarlata—murmuró uno, con una voz que venía desde adentro de su pecho abierto—. ¿Ya decidiste qué dejarás morir para seguir adelante?

Él no respondió. Solo bajó a Liora lentamente, apoyándola entre unas raíces suaves. Ella no se movía.

" ¿Es este el final? No… no puede ser. Dijimos que llegaríamos al cielo… ¿recuerdas?"

Él cerró los ojos.

Su sombra se alzó.

No se movía como un reflejo.

Se movía como un arma.

Las criaturas cargaron.

El simio fue el primero. Saltó directo hacia Escarlata con un chillido metálico.

Él rodó hacia un lado, lo esquivó. Giró con el bastón y partió su brazo extendido. Pero el hueso volvió a crecer.

El Vacío no moría fácilmente.

Dos más se lanzaron: uno cuadrúpedo, mitad pantera mitad espina. El otro… un niño sin rostro con brazos alargados.

Escarlata movió la sombra bajo sus pies y la conectó.

Vibración. Absorción. Imitación.

Pero no bastaba.

Porque esta vez tenía que proteger a alguien más.

Un rugido. Una explosión de movimientos.

Golpes. Saltos.

Su cuerpo se quebraba en cada dirección.

Y cada vez que era herido, su sombra reaccionaba, adaptando nuevas formas de defensa: pinchos, látigos, duplicaciones fugaces.

Estaba peleando con su vida.

Pero no por ella. Por Liora.

Uno de los caminantes se acercó a ella mientras él luchaba con tres enemigos a la vez.

Un brazo se alargó en dirección a su cuello.

—¡NO! —gritó Escarlata.

Y su sombra se desdobló.

Por primera vez.

Una parte de su sombra se separó y atacó por sí sola. Golpeó al caminante. Lo atravesó. Lo deshizo en humo negro.

Escarlata temblaba.

El poder lo estaba desangrando por dentro.

Pero no podía detenerse.

" Si muero aquí… no será suficiente. Él cargará con lo que yo dejé atrás."

Liora se agitó levemente.

Tosió.

Y por un instante, abrió los ojos.

—Escarlata… ¿qué eres ahora?

Él se giró hacia ella con lágrimas negras.

—No lo sé. Pero mientras pueda... No te dejare.

Los enemigos retrocedieron.

No por miedo.

Por reconocimiento.

Sabían lo que él era.

Lo que podía ser.

Lo que vendría después.

Uno más intentó cargar.

Escarlata no pensó.

Golpeó. Partió. Aplastó.

Su sombra lo envolvió por completo, como una segunda piel negra vibrando al ritmo del latido de su corazón.

Y al final…

el silencio.

Las criaturas se disolvieron.

No huyeron.

Fueron tragadas.

Por la sombra.

Escarlata cayó de rodillas. Jadeaba. El mundo daba vueltas.

La sombra se encogía lentamente. Como un músculo fatigado.

Liora aún respiraba. Apenas.

Se arrastró hasta ella. La tomó de la mano.

—No voy a perderte, no ahora.

" Te escucho, Escarlata. Aunque esté lejos… te escucho. No me sueltes"

La sombra se envolvió alrededor de ambos. No como arma.

Como una capa, como un escudo.

Y más adelante… entre la niebla del bosque…

una luz.

¿Aliados? ¿Enemigos?

Escarlata no tenía fuerzas para descubrirlo.

Solo cerró los ojos.

Y mantuvo su mano entrelazada con la de Liora, mientras el Vacío, por un momento, se detenía a observar.

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