—Jefe, siendo que el nombre de la tienda es un centro comercial, ¿no crees que queda un poco pobre con solo dos productos?
Bu Lige no puede evitar decirlo tras terminarse todo.
Aunque ambos productos son deliciosos y claramente poderosos, siente que hay un defecto fatal: ¡las porciones son demasiado pequeñas!
“No tengo solución para la falta de variedad… ¡Como si no quisiera más productos!”
Luo Chuan no puede evitar poner los ojos en blanco al escucharlo.
Aunque piensa eso, lo que dice es distinto:
—Habrá nuevos productos en el futuro.
—Pff, jefe, ya dijiste eso tres veces —Lige frunce los labios, sin mucha fe.
Luo Chuan no responde.
Tras intercambiar algunas tonterías más, Lige se despide y se va de la tienda…
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En ese momento, una lujosa carreta entra lentamente por la puerta este de la ciudad.
Está tirada por caballos Qinglin, un aura aterradora emana de ellos.
Se dice que estos caballos descienden de dragones y, al alcanzar la adultez, poseen la fuerza de alguien en el Reino Creación.
Cultivadores y civiles se apartan impresionados.
En el frontal de la carreta destaca un emblema bien conocido: una luna plateada.
Todos en la ciudad reconocen ese símbolo… es la Mansión Luna Plateada.
Una de las grandes sectas cercanas al imperio Tianxing, incluso más poderosa que el propio imperio.
—Tsk, tsk, tsk… Nunca imaginé que este joven maestro terminaría viniendo a Jiuyao —se oye desde dentro de la carreta.
—Joven maestro, el señor ordenó que solo buscáramos un lugar cómodo para instalarnos. La fuerza del Emperador Tianxing es considerable. Sería bueno que mantuviera un perfil bajo —responde una voz anciana, respetuosa.
—Ya, ya, no me lo repitas.
Mientras la carreta avanza, uno de los guardias de la puerta, serio, da la orden:
—¡Informen de inmediato a Su Majestad! ¡Gente de la Mansión Luna Plateada ha entrado a la ciudad!
—¡Entendido!
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Desde la ventanilla, el joven noble observa el bullicio con visible desagrado.
Al pasar junto a cierto callejón, algo llama su atención.
—¡Detente!
La carreta se detiene al instante.
—¿Ocurre algo, joven maestro? —pregunta el anciano que conduce, apartando la cortina con curiosidad.
—Tsk, tsk, tsk… ¿Una tienda en un sitio como este? Qué curioso. Vamos, tío Fu, acompáñame a echar un vistazo.
El joven baja de la carreta y se adentra en el callejón, seguido por el anciano.
Poco después, llegan frente a la tienda.
—Centro Comercial Origen…
Al ver el letrero, el joven se queda en silencio unos segundos. Luego sonríe con burla:
—Vaya, qué nombre tan pretencioso.
Su mirada se posa en Luo Chuan, que descansa en la mecedora junto a la puerta.
Lo observa un momento, pero no detecta la más mínima fluctuación de energía espiritual.
Niega con la cabeza, algo decepcionado.
—Solo un mortal…
Bueno, para ser justos, vivir sin mayores sobresaltos tampoco es mala decisión.
Pero cuando sus ojos se desvían hacia el interior, sus pupilas se contraen.
—¡Vidrio! ¡Y de la mejor calidad!
El joven no puede evitar emocionarse.
Solo estaba pasando con aburrimiento, ¡y se topa con algo así!
Aunque el vidrio no sea un material raro, su belleza lo vuelve muy popular entre comerciantes adinerados y cultivadores con gusto.
Una pieza del tamaño de una palma, si es lo bastante pura, puede costar cientos de cristales espirituales.
¡Y aquí hay estanterías llenas!
Si logra quedarse con todo el vidrio de esta tienda… ¡no tendrá que preocuparse por dinero en mucho tiempo!
—¡Eh, tú! ¡Véndeme tu tienda! —grita el joven, sin pensarlo dos veces.