—¡No lo lastimes!
Apenas termina de hablar, el aterrador poder espiritual del tío Fu se extiende por el aire, y su cuerpo desaparece en un instante.
Cuando reaparece, está justo al lado del joven maestro.
Hay que decir que, como su guardaespaldas, el viejo mantiene la calma y actúa sin dudar.
Para él, la vida de su protegido vale, por supuesto, más que la suya propia.
Extiende el brazo y lo sujeta por el hombro.
¡Está listo para sacarlo de allí!
Pero su expresión cambia de golpe… acaba de descubrir un detalle importante:
¡No puede moverlo!
Está en el quinto nivel del Reino Cuestionamiento, ¿cómo es posible que no pueda desplazarlo ni un milímetro?
¿Podría ser que la fuerza de este tipo supere con creces la suya?
Durante un segundo, una rara sensación de peligro le recorre el cuerpo… pero no tiene tiempo para pensar.
Su misión es protegerlo. Si algo le ocurre, no le espera un destino muy prometedor.
—¡Palma Plateada!
Cambia de objetivo y lanza un golpe directo hacia Luo Chuan.
Comparado con el ataque anterior, este es mucho más temible.
Incluso se forman pequeñas grietas negras en los bordes de su palma plateada, que brilla con una luz parpadeante.
—Muy lento.
Una voz tranquila suena a su lado, y se estremece.
La figura frente a él… comienza a desvanecerse lentamente.
Y antes de que pueda reaccionar, una mano se posa suavemente sobre su hombro. En el mismo instante, estalla una energía espiritual devastadora.
Un sonido casi imperceptible cruza el aire. Su expresión se congela.
Y al momento siguiente, una ráfaga de viento sopla.
El cuerpo del tío Fu se deshace como si hubiera envejecido miles de años en un segundo, convirtiéndose en polvo… y desapareciendo.
—¡Tú…! ¡Tú mataste al tío Fu!
El joven observa la escena sin poder hacer nada, con el rostro completamente descompuesto.
Un solo golpe… y el guardaespaldas, que estaba en el Reino Cuestionamiento, murió.
¿Cuán fuerte tiene que ser este tipo?
¿Pico del Reino Cuestionamiento? ¿Venerable? ¿O acaso… un legendario Santo?
Ya ni se atreve a pensarlo. Se arrepiente profundamente de haber entrado a este callejón remoto.
Pero cuando uno siente que su vida corre peligro, suele hacer cosas inesperadas. Y eso le pasa ahora.
Cuando ve que Luo Chuan posa los ojos en él, respira hondo e intenta mantenerse sereno.
—Señor… lo ocurrido antes fue culpa mía. Estoy dispuesto a compensarlo…
Su voz tiembla.
Pero el dueño de la tienda ni se inmuta. Habla con la misma indiferencia de siempre:
—Las personas tienen que pagar el precio de sus acciones.
—Es la regla de esta tienda. Quien cause problemas… muere.
La sentencia queda clara.
El rostro del joven se descompone por completo. Ya no puede fingir calma: el terror se apodera de él.
—¡No! ¡No puedes matarme! ¿¡Sabes quién soy!? ¡Soy el joven maestro de la Mansión Luna Plateada!
—¡Si me matas, mi padre jamás te lo perdonará!
Luo Chuan no responde. Solo alza una mano y le da una palmada en el pecho.
—¿Eh?
Sus cejas se arquean.
Distinto a antes, un colgante de jade que cuelga de la cintura del muchacho emite una luz brillante que bloquea su ataque.
Y al mismo tiempo, una presencia aterradora comienza a emerger.
—¡Ja, ja, ja!
El joven estalla en carcajadas. Sus ojos, llenos de rencor, se clavan en su atacante.
—Este colgante contiene la voluntad divina de mi padre. No puedes matarme.
—Mi padre está en la cima del Reino Cuestionamiento. Así que mejor… ¡muere tú!
La luz lo envuelve por completo y lo arrastra fuera de la tienda.
No hay duda de que ese objeto contiene una pizca de voluntad divina. Una muestra de cuánto lo valora el señor de la Mansión Luna Plateada.
En ese instante, se olvida por completo del terror que lo invadió. Solo siente alivio.
Confía tanto en la fuerza de su padre… que ya ni siquiera teme por su vida.