Sin decir nada más, Bu Shiyi entra a la tienda, seguida de cerca por Bu Lige.
Al ver la decoración del lugar, su reacción no difiere en nada de la que tuvo su hermano. Una leve sorpresa se asoma en sus ojos color otoño.
—¿Un vidrio tan puro usado solo como estantería? Esta tienda no es tan simple como aparenta… —murmura para sí.
—Todo está en los estantes. Vayan y tómenlo ustedes mismos —dice Luo Chuan desde su mecedora, soltando un bostezo.
Luego, como si recordara algo, añade con calma:
—Ah, por cierto, tenemos un nuevo producto. Se llaman tiras picantes. Échenles un vistazo.
—¿Tiras picantes?
Bu Lige parpadea, intrigado, y su mirada recorre rápidamente la tienda. Sobre un estante ve varias bolsas de color rojo brillante.
—¡Hermana, vamos a ver! —exclama con entusiasmo, tirando de Bu Shiyi.
Si la Coca-Cola tenía efectos tan increíbles… ¿qué será de estas “tiras picantes”?
Ella, aunque algo resignada, lo sigue con calma, manteniendo la compostura.
—Tiras picantes. Aumentan temporalmente la energía espiritual en un nivel menor. Efecto acumulable hasta cinco veces, si no supera un gran nivel. Duración: un minuto. Precio: 100 cristales espirituales —lee Bu Shiyi en voz baja, con sus labios rojos ligeramente entreabiertos.
Acto seguido, los dos se miran en silencio. Ninguno dice nada, pero en sus ojos se refleja el mismo sentimiento: asombro.
Bu Shiyi es la primera en reaccionar. Toma una bolsa del estante y se dirige hacia Luo Chuan.
—Jefe, ¿es cierto que estas tiras hacen lo que dice la descripción? ¿Y cuáles son los efectos secundarios?
Luo Chuan asiente con la cabeza y responde con tranquilidad:
—El efecto es tal como se describe. Si no fuera así, eres bienvenida a reclamar. ¿Efectos secundarios? Ninguno.
—¿Ninguno?
Ella sabe que, cualquier método que estimule el potencial del cuerpo —ya sea mediante píldoras o técnicas— suele tener consecuencias, aunque sean leves.
Y sin embargo, el dueño de esta pequeña tienda asegura que este producto no tiene. Ahora sí, Bu Shiyi está realmente interesada.
—Lige, ¿cuántos cristales espirituales trajiste? —pregunta, girándose hacia su hermano.
Bu Lige parpadea, desconcertado, y contesta:
—Exactamente ciento diez…
—Perfecto —responde ella, sonriendo con elegancia.
Con un simple gesto, hace aparecer un anillo plateado en la palma de su mano.
Bu Lige la observa un segundo, luego baja la mirada al objeto, con una expresión entre incredulidad y resignación.
—Hermana… ese es mi anillo espacial…
Los anillos espaciales son objetos poco comunes en el continente Tianlan. Cuanto mayor es su capacidad interna, más codiciados y valiosos se vuelven.
Según sabe Luo Chuan, uno con apenas un metro cúbico de espacio puede costar varios miles de cristales espirituales. Y aun así, conseguir uno no es tarea fácil: cuando aparecen, son tan buscados que rara vez llegan a venderse de forma pública.
Esto le confirma algo: Bu Lige y Bu Shiyi no son personas comunes.
Sin embargo, no le interesa indagar demasiado. La curiosidad no le gana al desgano.
—Ciento diez cristales. Llévare una Coca-Cola y una bolsa de tiras picantes —dice Bu Shiyi mientras toma ambos productos del estante.
Luego se acerca a Luo Chuan, saca del anillo un puñado de cristales espirituales y se los entrega.
Luo Chuan asiente y los guarda sin más.
—Hermana, ¿por qué no pruebas una? A ver qué tal sabe —propone Bu Lige con entusiasmo.