Michael De Santa se encontraba ante su obra maestra. El Diamond Casino & Resort no sería un atraco, sino una adquisición. Una toma de control estratégica que consolidaría su imperio legítimo sin manchar su nombre. Los dueños actuales, los Duggan, eran ricos pero vulnerables, aferrados a un imperio construido sobre el fraude y la extorsión. Michael, con Lester a su lado, había descubierto sus debilidades.
"Los Duggan son arrogantes y confían demasiado en su inmunidad", explicó Lester, señalando un diagrama de red en sus monitores. "Están lavando dinero a través de una red compleja de empresas fantasma y cuentas en paraísos fiscales. Y, peor aún, tienen un historial de intimidación y violencia contra pequeños negocios que se niegan a cooperar. Esa es su principal debilidad: la codicia y la brutalidad."
Michael asintió. "Perfecto. Es la clase de podredumbre que el FIB quiere erradicar, pero que es difícil de probar sin exponerlos a ellos mismos. Vamos a darles lo que necesitan, pero a nuestra manera."
El plan de Michael para forzar la venta del Diamond era multifacético, combinando la presión legal, el sabotaje digital y, si fuera necesario, un toque de "caos controlado" para acelerar el proceso.
Fase 1: La Presión Legal y la Exposición Silenciosa
Michael, a través de sus contactos en el mundo empresarial legítimo (cultivados a través de ByteWare Solutions), comenzó a filtrar información "anónima" sobre las prácticas dudosas del Diamond a organismos reguladores y a un par de periodistas de investigación de renombre pero discretos. Las filtraciones eran lo suficientemente detalladas como para levantar sospechas, pero no tan directas como para que los Duggan pudieran rastrearlas.
"Lester, necesito que amplifiques estas filtraciones", instruyó Michael. "Haz que parezca que provienen de múltiples fuentes, disidentes dentro del propio casino, empleados descontentos. Y asegúrate de que toda la atención se centre en los Duggan, no en las operaciones reales del casino. El objetivo es que parezca una implosión interna."
Lester tejió una intrincada red digital, sembrando pistas falsas y amplificando la poca información que Michael le proporcionaba, creando un ambiente de paranoia y sospecha dentro de la junta directiva del Diamond. Las acciones del casino comenzaron a tambalearse discretamente.
Fase 2: Sabotaje Digital y Desestabilización Operativa
Con la presión legal en aumento, Michael pasó a la ofensiva digital. "Franklin, tu rol es crucial aquí", explicó Michael. "Necesito que tú y yo, bajo el disfraz de una empresa de seguridad, accedamos físicamente a ciertos puntos clave del casino. No para robar, sino para instalar los dispositivos que Lester necesita."
La misión era quirúrgica. Franklin y Michael, vestidos con uniformes falsos de una empresa de mantenimiento, se infiltraron en el Diamond varias veces durante la noche. Michael, con su experiencia en seguridad y planificación, sabía dónde buscar vulnerabilidades. Instalaron discretamente dispositivos de escucha y dispositivos de red manipulados, permitiendo a Lester un acceso profundo.
Lester, desde la seguridad de su hogar, desató el caos digital. No se trataba de un ataque destructivo, sino de una serie de "accidentes" y "fallos" que erosionaban la confianza y la funcionalidad del casino. Las máquinas tragamonedas daban ganancias inesperadas (y luego fallaban), los sistemas de seguridad experimentaban "glitches" aleatorios, y las transacciones de alto nivel se ralentizaban misteriosamente. La reputación del Diamond comenzó a sufrir, afectando la afluencia de clientes y, lo que era más importante, las ganancias.
Fase 3: La Presión Final y el Toque Trevor
A medida que el valor de las acciones del Diamond se desplomaba y las investigaciones reguladoras se intensificaban, Michael sabía que los Duggan se sentirían acorralados. Era el momento de la estocada final, y para eso, necesitaba el "sabor" inconfundible de Trevor.
"Trevor", dijo Michael, explicándole el plan a regañadientes. "Tu 'empresa de transporte' ha estado perdiendo clientes importantes debido a la inestabilidad del Diamond. Estás furioso. Necesitas enviar un mensaje. No un ataque directo, sino una demostración de poder. Vas a hacer una 'visita' sorpresa a uno de los pequeños negocios que los Duggan han estado extorsionando. Vas a 'protegerlos' de sus extorsionistas. Y vas a dejar claro que si no venden, el próximo objetivo serás tú."
Trevor, aburrido de la "legitimidad", se encendió. La idea de intimidar a los intimidadores, y hacerlo bajo el disfraz de un empresario furioso, era irresistible. Se presentó en un taller de reparación de coches que había sido objeto de extorsión, acompañado de dos de sus "empleados" más imponentes de TPI. Con una mezcla de carisma caótico y amenaza velada, "convenció" a los extorsionistas de los Duggan de que se fueran y de que "Trevor Philips Industries" ahora protegía ese negocio. El mensaje llegó a los Duggan alto y claro: Michael estaba moviendo los hilos.
La presión era insoportable. Las investigaciones, los fallos tecnológicos, la caída de las acciones y la inconfundible "advertencia" de Trevor. Los Duggan, finalmente, se quebraron.
A través de un intermediario legal, Michael recibió la oferta. Querían vender. A cualquier precio.
Michael sonrió. El precio era justo, pero no exorbitante. Era una victoria, una verdadera victoria. Con la ayuda de Lester, el dinero de sus diversas operaciones se canalizó de manera impecable para la adquisición. La compra se hizo a nombre de una empresa holding recién formada, liderada por un CEO de fachada que Michael controlaba, con Michael como presidente no ejecutivo. Era el dueño, pero su nombre no aparecía en los titulares.
Días después, los periódicos de Los Santos anunciaron la venta del Diamond Casino & Resort a una "innovadora empresa de inversión con sede en Europa", con planes de una "renovación total y una nueva era de lujo". Michael, sentado en su sillón, leyéndolo, no pudo evitar una sonrisa. El casino era suyo.