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Chapter 3 - Capítulo 3: Engelweave

 —Salvado por la campana ~ — Dijo Kristopher con una sonrisa de oreja a oreja. Aparentemente, ver a Víctor asustado por su cambio de humor repentino, hizo que dejara pasar por alto el comentario de mal gusto.

 —Ja…ja…ja…— Río apenado Víctor, ante poder casi palpar como de cerca estuvo que ese comentario le costara su trabajo —. Voy por sus cosas.

 —Me disculpo con antelación si mis cosas “pesan” demasiado poco— Dijo Kristopher con una risita juguetona y escondiendo su boca con su mano. Quería que el Víctor que es conocido por ser Implacable y cumplir su misión sin importar el costo, se avergonzara de un error tan estúpido.

 —N-no… Esto… ¡Vuelvo enseguida! — Dijo Víctor avergonzado, abrió la puerta de la cabina, y fue a checar el compartimiento que les fue asignado por el personal del tren, como si su vida dependiese de ello.

 —Pobre, ¿me abre excedido con la reprimenda? — Se preguntó Kristopher para sí mismo con una ligera carcajada—. Bueno, nunca viene mal molestar un poquito a un Don perfecto cuando cometen un error asi de tonto asi que… solo por hoy está bien ~.

Kristopher, quedo solo en la cabina del tren esperando a Víctor. En la ventana podía ver salir a los pasajeros saliendo del tren, había personas esperando a sus seres queridos. Padres, Hijos, Hermanos, Novios, Esposos, Amigos. Podía ver detrás del cristal las expresiones felices de las personas al recibir a sus seres queridos.

 —Y en cinco años todas estas personas serán consumidas por el Fin— Murmuró Kristopher para sí mismo con cierta melancolía.

Cinco años era lo que le quedaba a este mundo. Al menos, eso era lo que las fechas de distintos lugares como tabernas, estaciones de trenes, puertos, y otros lugares parecían decir en sus sueños. 2550 D.A, era la fecha del fin. Estaban en el año 2545. No podía recordar exactamente con detalle todo, pues esa era la naturaleza de un sueño. Pero podía recordar bosquejos y algunas cosas que le provocaban un gran impacto. <>

Pensó Kristopher en sus adentros. Según lo que recordaba, despues de explorar las afueras de Engelweave por bastante tiempo, se encontró con una colina que lo llevo a la Hacienda de Mcklain (Mcclein), despues les ofreció beber del licor que traía en su capa dimensional y de ahí se pusieron hablar y beber sentados en el campo. Hasta que llegó el Sol negro. <> Pensó Kristopher con cierto enojo. Cuando “Posee” el cuerpo de Kindred, es como si todo fuera externo a él, como si estuviera vacío y no reaccionara ante los estímulos o provocaciones. Como si un rey se quedará viendo como la ignorante plebe le remarcará sus necesidades. Un Rey que hacía su voluntad y hacía que otros igual la siguieran. Sin reacción alguna. Un ser carente de humanidad.

 

 —Si hubiera sido yo totalmente, les hubiera volcado la mesa, para luego entrar en una pelea, por lo irrespetuosos que eran, digo, Les traje el mejor licor de Argos y les aviso de no hacer ciertas cosas durante el fin del todo, ¿y me amenazan? Agárrenme porque les doy una buena siendo Kris— Murmuró Kristopher para sí mismo, riéndose un poco con picardía. <>

Kristopher siguió absorto en sus pensamientos, todavía su cabeza no paraba de pensar en la pesadilla que acababa de vivir. <> Desde que era un niño de siete años sufría con esos sueños. Cuando se va a dormir, siempre sueña lo mismo, con ese hombre, con esa pesadilla, con el sol negro. Nunca ha podido saber el porqué de esos sueños, pero lo que puede decir con certeza es que, ese sueño no es una proyección o un poder proxy. Es el futuro. Es real. Por ello, vino a Engelweave por respuestas, sabía que el inicio de su pesadilla siempre era en el distrito de la caridad. Así que tenia que empezar desde allí.

Por extraño que parezca no busca esas respuestas para intentar salvar el mundo, él sabe que un simple juguetero no puede cambiar el futuro de todo Argos. Sin embargo, el quiere saber el porqué, no le importa si es una razón estúpida la que desata el fin. El quiere saber. Necesita saber. Quiere saber porque ha pasado tanto dolor, tanto sufrimiento. Necesita encontrar esa respuesta antes del final… Sin importar el costo. Sin importar que cosas horribles tenga que llegar a hacer para conseguir la respuesta.

 

Víctor Llegó despues de un par de minutos, tenia todo el equipaje listo.

 —Listo jefe todo listo para salir. Dijó Victor con todo el equipaje en mano.

 —Asi que dime; ¿Es mi equipaje demasiado ligero Víctor? —Dijo Kristopher con un tono juguetón, despejando la nube de pensamientos que tenía por sus pesadillas.

 —J-Jefe, Esto de…

 —Estoy bromeando ~, solo te estoy molestando un poco, ya sabes, para divertirme.

 —Por favor jefe, no haga esos tipos de bromas, que mi corazón de hierro va a estallar si continúa asustándome de esa manera.

 —Mmm… Esta bien. Pero no prometo nada —Dijo Kristopher con una mirada traviesa. Dejando en claro que, si un error similar se da, va a molestarlo de la misma forma.

Kristopher agarró su saco y sombrero del perchero, junto con su bastón de plata . Se preparó sin prisa y con elegancia, para por fin despues de tanto tiempo, poner un pie en su ciudad natal. En el mundo real.

Ya afuera del tren, Kristopher y Victor se dedican a voltear a los lados, buscando al antiguo propietario que los va a llevar a su nuevo destino.

 —¿Ves algo con tus ojos aumentados? —Preguntó Kristopher tratando de encontrar a la persona que se supone lo iba a llevar a su Juguetería —. Que extraño, había dicho por su halcón mensajero que nos iba a recibir cuando llegásemos a las doce del mediodía, en la parada de trenes. ¿Quizá esta en la salida esperando?

 —Mmm… Veo algo, pero no estoy seguro que sea esa persona— Comentó Victor con algo de dudas en decirle a Kristopher su hallazgo —. Veo a un hombre con un poco de sobrepeso, bigote y calvo, justo en la salida principal de la estación, con un cartel que dice “Christian Krown”.

 —¿¡Qué!?— Exclamó horrorizado Kristopher, volteando rápidamente a ver a donde Víctor estaba mirando. La mirada de Kristopher cargaba atisbos de locura absoluta, hacia el letrero del hombre con sobrepeso—. Por su propio bien, espero que ese tal “Christian” sea algún pasajero del tren…

Los dos hombres se acercaron a la salida de la estación, aproximándose al hombre con sobrepeso que tenía el cartel tan polémico.

 —Déjeme hablar a mí, jefe— Murmuró Victor a Kristopher —. Cuando está irritado por cosas que afectan a su bolsillo o imagen, pierde un poco los papeles, asi que por favor, manténgase al margen esta vez.

 —¿De que estas hablando? Ese hombre está esperando a “Christian” no tiene por qué temer que yo pierda los papeles, solo vamos a corroborar una información que sabemos de antemano. No soy yo ese “Christian”. No puede ser que el propietario al que pague una FORTUNA de oro, por su propiedad, no sepa mi nombre. Despues de todo, ¡MI NOMBRE ESTA EN LAS ESCRITURAS! ¿Verdad? El no puede ser el propietario al que va a llevarnos a mi juguetería. Por supuesto que no — Dijo Chris- Kristopher a punto de darle un aneurisma.

 —Jefe…

 — Esta bien… Haz lo que quieras. Solo recuerda, como haya puesto mal el nombre en las escrituras... No respondo.

Finalmente, los dos hombres llegaron a la salida principal de la estación. Víctor, se acercó al hombre con sobrepeso y comenzó la conversación

 —Hola Mucho gusto, Soy Victor Gustav. Soy el guardaespaldas de este Joven. Me gustaría preguntar. ¿Es usted el anterior propietario del recinto que se ubica en el distrito de la caridad, calle 6, con numero de residencia 5701?

 —¡Ah! ¿Es su joven jefe el Buen señor Christian Krown? Los estaba esperando. ¡Bienvenidos a Engelweave! La ciudad blanca en donde los sueños se hacen realidad.

 << ¡Hoy voy a cenar cerdo a la plancha al parecer!>> Pensó Kristopher sádicamente al ver como el anterior propietario dijo el Nombre de Christian Krown en lugar de Kristopher Crown.

Sintiendo la furia asesina de Kristopher, Victor rápidamente, intentó de alguna forma buscarle un sentido a la situación antes de que un infierno se desatase.

 —S-Señor, Me temo que ese no es el nombre de mi jefe. Su nombre es Kristopher Crown. ¿Será posible que haya puesto mal el nombre en el cartel o a-algo?

 —Ohhhhhh, ¡Ese era el nombre, Kristopher Crown! —Se puso a reir a todo pulmón—. Discúlpeme es que mi hermano, el dueño que le vendió su propiedad al señor Crown, tuvo una urgencia con su querida esposa, rompió aguas y no pudo estar presente para recogerlos. Asi que me pidió que los llevara al recinto en su lugar. Pero no entendí bien el nombre cuando me pidió el favor por teléfono, asi que, puse lo que entendí en el cartel. Una disculpa— Terminó el hombre con sobrepeso con una carcajada.

Una ola de alivio invadió a Víctor, este hombre podía ver el precioso amanecer de Argos un día más.

 —No se preocupe. Las personas suelen cometer pequeños errores de vez en cuando. Lo importante es saber reconocerlos y procurar que no vuelva a pasar otra vez— Dijo Kristopher Crown con una voz amable y considerada. Con un tono de haber alcanzado una paz espiritual que nadie en Argos jamás haya visto. Y como si hace unos segundos no estuviera planeando la mejor manera de cocinar un cerdo—. Permítame presentarme con propiedad. Soy Kristopher Crown. Juguetero.

 —¡Oh! Mucho gusto. Soy Edmund Agaron. Tabernero de La risa del bardo. Hermano del anterior propietario de su nueva casa— Dijo Edmund, mientras le daba un apretón de manos a Kristopher, culminando con su característica carcajada a todo pulmón. — Eres un Joven rico bastante educado y bondadoso, no hay muchos de tu tipo en Argos estos días.

 <> Pensó Victor mortificado ante asociar las palabras educado, bondad y Kristopher en su mente.

 —Es usted un adulador profesional— Dijo Kristopher ruborizándose inocentemente. Pero en realidad solo era una actuación para quedar bien con el hermano del anterior propietario. — Creo que no deberíamos prolongar mas esto, hemos estado viajando en tren desde Mundar hasta Engelweave. Un viaje de diez horas completas. Asi que nos gustaría ir de inmediato a mi casa si no es mucha molestia — Termino su actuación Kristopher.

 —¡Por supuesto! Síganme, el carruaje esta del otro lado de la calle.

Los Tres Hombres caminaron por un rato las calles de Engelweave. Estaban en el distrito de la diligencia. La arquitectura de los edificios era sublime, edificios de mediana altura junto con conglomerados de casas estaban a la orden del día. Con un acabado gótico y elegante. El bullicio de las calles era estruendoso. Era el distrito de la Diligencia, en donde más carga de trabajo en la ciudad había. Había obreros haciendo su trabajo por todo el lugar y gente yendo o saliendo de sus empleos de manera apresurada. La gente estaba por montones, eran las doce del mediodía, hora en donde la mayoría de gente salía a almorzar en su descanso.

Despues de unos cuantos pasos, los Hombres llegaron al carruaje. Era un carruaje con dos venados autómatas, ambos de un color plata en su plenitud, con ornamentos de vapor y luces en sus ojos de color azul, empujando el vehículo. El carruaje, de un color blanco con dorado tenía un acabado lujoso y de alta calidad, que hacia juego con los venados.

 —Esto debió haber costado una fortuna— Dijo Víctor al ver el carruaje del Tabernero.

Víctor sabía lo que podía costar este carruaje debido a la avanzada tecnología de los venados autómatas, aproximadamente, el precio podría variar entre 3000 a 5000 de oro por todo.

 —Y que lo digas, este carruaje con los venados autómatas me costaron alrededor de 5600 de oro en una subasta en el Emerald Palace. Prácticamente es mi jubilación. Planeo hacer que este bebé junto con un chofer que contrate, sea una especie de vehículo privado para nobles —Dijo Edmund orgulloso.

 —Esto es una de las cosas que mas me gustan de Engelweave, abrazaron la tecnología de una manera inteligente. El hecho de que no tengamos que oler heces de caballo en las calles y el olor de los desperdicios de la gente vertiéndola por la ventana de su casa, como en otros territorios es un alivio. Un sistema de carruaje con animales autómatas y un sistema de drenaje sí que hace maravillas. —Dijo Kristopher mientras contemplaba con curiosidad al carruaje del tabernero.

Engelweave era una ciudad única en su estilo, era prácticamente una ciudad del tamaño de un país como Mundar. Una megalópolis de ensueño. Si comparabas a Engelweave con otros territorios de Argos, la diferencia era la misma que el cielo y la tierra. El único territorio equiparable sería Ultima, pero ahora se declaró como territorio independiente del imperio Cosmo.

 

La Capital de Cosmo tenía sistemas de drenaje para todos sus ciudadanos, electricidad por medio de generadores de vapor, una sanidad y seguridad envidiable. La calidad de vida de la ciudad era como ninguna otra. No por nada era apodada la ciudad blanca.

Edmund abrió las puertas del carruaje e invito a Kristopher y a Victor a subir. Víctor se subió primero para hacer un trabajo de reconocimiento, en caso de una trampa oculta, bomba o una amenaza invisible como el poder de un proxy. Despues de un tiempo, Víctor le dio la señal a Kristopher de que todo estaba en orden. Para asi, meterse en el carruaje.

 —Bastante cómodo los asientos ~. No puedo esperar a llegar a mi taller—Expresó Kristopher emocionado. Quería ver a su esposa despues de un mes sin estar con ella y regresar a la rutina de hacer juguetes.

Edmund se subió a la parte delantera del carruaje, al pescante. Y tomo las riendas de los venados.

—Todo listo para partir, ¡Vamos Emilia, Nora! — Dijo el tabernero a sus venados para que avancen.

Y asi, el carruaje partió a su destino.

 

 

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