—Llegamos a su domicilio —Dijo a todo pulmón Edmund con una sonrisa de oreja a oreja.
El camino al distrito de la caridad fue largo. Eran las doce del mediodía cuando salieron de la estación. Ahora el reloj marcaba las seis y media de la tarde. Casi anocheciendo.
Tenían suerte de que el distrito de la diligencia quedaba justo a lado del distrito de la caridad. Moverse entre distritos solía costar bastante tiempo, debido a la magnitud de la ciudad. Si uno quisiera ir del distrito de la Diligencia, hasta el distrito de la Humildad que era el centro de la ciudad; Se necesitaban tres días de viaje, sin incluir descansos.
—Finalmente—Suspiró con alivio Kristopher —. Al menos no tuvimos ningún inconveniente en el camino… O algún desliz inocente~.
Escalofríos recorrieron el inexistente sistema nervioso de Víctor. Despues del desliz del mediodía, se juró en ese momento para sus adentros, nunca volver a criticar o mencionar si quiera algo sobre el peso de Kristopher. Aunque su vida dependiese de ello.
Los dos hombres se bajaron del carruaje. Delante de ellos un edificio de cuatro pisos estaba ante sus ojos. Era un edificio gris con acabados y relieves de color negro, hecho de ladrillos de la más alta calidad. Con múltiples ventanas a la vista.
—Su esposa ya esta en su residencia Señor Crown, los está esperando. Ella ya tiene las llaves de su propiedad— Dijo el tabernero educadamente, mientras se tocaba el bigote, aun sentado en el pescante.
—Muchas gracias por todo, le agradezco la amabilidad de llevarnos hasta mi propiedad— Agradeció falsamente Kristopher, Quitándose el sombrero y poniéndoselo en el pecho, como señal de absoluto respeto.
—Realmente es un Joven muy educado, su hermosa esposa es realmente suertuda de tener a un hombre como usted — Exclamó con una carcajada al final el tabernero — Si alguna vez pasan por el distrito de la gratitud, y necesitan un buen trago, pueden pasar por mi taberna; La risa del bardo. Les daré un descuento de amigos.
—Cuente con ello— Sonrió Kristopher. Su sonrisa falsa era tan amplia que podía sentir su cara entumiéndose.
Edmund Partió en su carruaje, y dejo a los dos hombres enfrente de la puerta de su casa, sin mirar atrás.
—Victor, recuerda cuidadosamente mis palabras. Si vamos al distrito de la gratitud… NUNCA pasemos por la risa del bardo. N-U-N-C-A.
—Jefe…
La mirada punzante de Kristopher se clavó en Victor, como si unas dagas estuvieran apuñalando su metálico cuerpo.
Kristopher no podía tolerar a las personas que perjudicaran su patrimonio y finanzas de alguna forma. Aun cuando el error fuera inocente y sin ninguna consecuencia. No podía tolerarlo. Su imagen personal y sus finanzas eran temas sensibles para él. Y gracias a que fue un error inocente y sin consecuencias, es que decidió mantener la apariencia de una persona educada y amable. Cuando por dentro quería gritarle a todo pulmón.
—Parece que alguien tiene algo que decir~. Soy todo oídos.
Podía sentirse en el ambiente como un aura asesina se impregnaba en los alrededores. Una palabra en defensa del tabernero podía desembocar en el despido inmediato de alguien.
—T-Tiene toda la razón. De ser posible, ¡estaremos a tres calles de distancia cuanto menos! — Dijo Victor al borde de la desesperación. No quería provocar por segunda vez en el día a Kristopher. Necesitaba mantener su empleo.
—Así me gusta— Asintió Kristopher en aprobación.
Ante el triunfo de la Dictadura. Los dos hombres se acercaron al edificio.
El primer piso estaba decorado a las especificaciones de Kristopher. Ventanales de exhibición en cada lado del edificio, dando como resultado, una excelente vista al interior con claridad. Con una dirección bordeada y dando como una separación natural al segundo piso; Un letrero que cubría todo el relieve exterior, como si estuviera abrazando al edificio, se podía observar. Era un letrero de color negro ébano y letras doradas grabadas con un tipado elegante. El nombre “Everlasting Dreams” en grande, se alzaba a las miradas de los peatones que pasaban por la calle.
Ambos Hombres subieron unas pequeñas escaleras de cinco escalones, para llegar a la entrada principal.
El hombre con melena dorada, abrió la puerta de su juguetería con un empujón. El sonido de unas campanillas se pudo oír cuando entro por la puerta.
Una mujer al fondo del primero piso estaba en el mostrador de espaldas, estaba tomando notas, haciendo cuentas, y checando el inventario de la tienda en un libro. Inmersa en su tarea, no se percato de la llegada de los dos hombres.
Sin hacer ruido alguno, Kristopher le dio su bastón a Víctor. Para acto seguido hacer una mueca con su dedo índice erguido en vertical, tocando su mandíbula, boca y nariz. Victor asintió con la cabeza ante las obvias intenciones de su jefe.
Con sigilo, se acercó a la joven mujer checando sus apuntes y comparando el precio de los juguetes de la estantería. Hasta que por fin la tenía a pocos centímetros de su alcance.
Kristopher se abalanzó rápidamente hacia ella por su espalda y la abrazo por las caderas.
—¡Bú!— Dijo Kristopher mientras con su boca, le mordía juguetonamente el hombro a la joven
—¡Aaah!— gritó tiernamente la joven de sorpresa—. Kris, ¡No me asustes así! ¡Casi uso este libro para estampártelo sin saber que eras tú!
—Que lastima. Hubiera valido la pena recibirlo
—No. Estarías en el suelo desangrándote o peor, tontito. Terminó La joven con una risita al final.
—Bueno, no pude evitar asustar a mi hermosa esposa, en un momento que tenía la guardia baja. Métanme entre rejas~.
—jeje, quizás mas al rato en nuestra habitación jugamos a la sexy policía y criminal… — Dijo la joven, coqueteando con su marido.
Aun jugueteando entre ellos y besándose como tortolitos. Víctor aún con el equipaje y el bastón se acerco a las escaleras del siguiente piso para darles algo de privacidad a la pareja, despues de un mes sin verse. Y no tener que ser testigo del amor conyugal de su jefe.
—Voy a subir su equipaje jefe. Señorita Crown, ¿es el tercer piso donde se encuentra su habitación, verdad?
—¡A-Ah! Si, Victor, es la última habitación del fondo a la derecha— Dijo la joven extremadamente ruborizada como un tomate. Había olvidado por la emoción que Víctor estaba enfrente de ellos.
El aumentado se dirigió a los pisos superiores para dejar el equipaje de su jefe.
Ya completamente solos la pareja empezó hablar de nuevo con tranquilidad.
—Mmm~. Te quedan bien esos lentes cuando te pones a leer y hacer cuentas. Muy elegante. Y preciosa.
—Jeje, tu dirías exactamente lo mismo si tuviera puesta una botarga de una pera, Kris— Rio levemente la joven.
—Una pera deliciosa— Replicó sagazmente Kristopher.
La pareja se había separado en Mundar por Logística. La joven había insistido en reconocer el terreno primero, y hacer una lista de posibles problemas a la hora de llegar a Engelweave. Durante un mes estuvo recolectando datos acerca de proxys, aumentados, y personas que pudieran representar un peligro para la integridad de Kristopher, asi como curiosidades varias de la ciudad.
—Asi que Jeanne, Dime, ¿paso algo interesante en el mes que no estábamos juntos?
Jeanne se quito los lentes y los dejó en el mostrador.
Una mujer en sus veintiún años con una sonrisa de oreja a oreja, miraba amorosamente a Kristopher. Tenía el pelo largo ondulado hasta su espalda baja. Su hermosa cabellera castaña parecía tener brillo propio de lo hermoso y cuidado que lo tenía. Sus ojos verdes, que recordaban a la preciosa esmeralda, estaban llenos de afecto hacia su esposo. Vestía con una camisa blanca de manga larga, con botones que estaban a punto de estallar debido a su curvilínea y voluptuosa figura. Junto con una falda negra holgada, con acabados floreados en sus puntas de color blanco. Unas medias negras lisas que combinaban con su falda y unas zapatillas negras cómodas para andar.
La joven, saco del cajón cerca del mostrador, un libro que estaba lleno de observaciones y anotaciones del ultimo mes. Así como la situación actual política y social de la ciudad.
—Aquí esta todo el reporte de la ciudad y sus alrededores. Me tome la libertad de seccionarlo con arañitas de distintos colores, dependiendo el nivel de alerta tiene unos u otros— Dijo Jeanne orgullosa.
—Fascinante, y lindo de tu parte, amor— Dijo Kristopher con una risita mientras recibía el reporte, para acto seguido darle un beso en la mejilla a su esposa—. Bueno, hablando de reportes, me gustaría saber el de alguien más ~ ¡Morris! Reporte de estado.
De la estantería un juguete empezó a moverse de manera autónoma.
Era un juguete de veinte centímetros de altura. Con un atuendo de soldado imperial y un gorro de protección. Con detalles de personaje de historietas infantiles que a los niños les encanta leer. El poder Proxy de Kristopher era el manifestar en sus creaciones habilidades sobrenaturales, vida, o utilidades varias. Su única restricción era que le tenía que parecer entretenido o único.
—¡Sargento Morris respondiendo al llamado del deber mi general!
—Quiero saber como mis pequeños se comportaron en el mes que no estuve, Morris… ¿te importaría decirme? ~
—¡A sus ordenes mi general! — Dijo Morris con total obediencia—. Billy el hipopótamo se comio una parte de la figura de la Aguja escarlata. Sheriff Audrey arrestó a huesitos por robo de huesos y se encuentra en la cárcel pagando sus fechorías. Y la señora Evangeline estuvo coqueteando con varios juguetes, lo que genero una guerra civil, en donde su servidor salio triunfante. Ahora estamos comprometidos.
—¿¡Q-Que!?, ¡Billy! ¿sabes cuanto tiempo estuve haciendo el modelo de la aguja escarlata y que me quedase perfecto en una altura de exactamente 40 centímetros? —. Dijo Kristopher mientras buscaba el modelo en miniatura de la aguja escarlata— O dios mío, lo encontré. estoy viendo tu destrozo Billy, que te pasa, solo me fui un mes… Ya no más piscina grande para ti, ¡a partir de ahora solo estarás exhibido en el estante sin más!
Billy, se puso triste y acepto su destino.
—Sheriff Audrey, Muchas gracias por sus servicios, ese criminal de huesitos no puede seguir saliéndose con la suya. Vas a estar en la cárcel un mes más huesitos. ¡Nadie roba huesos de otros juguetes sin mi autorización!
Sheriff Audrey le regresó feliz un saludo con su sombrero de vaquero. Huesitos por otra parte estaba devastado por la noticia. Pero no se rendiría solo con eso, seguirá robando huesos para su esquelético y humanoide cuerpo, y peleará contra el dictador Kristopher en una batalla épica sin precedentes. Convirtiéndose en el nuevo rey de los juguetes.
—En cuanto a ti Evangeline… La verdad que ya no me sorprende que andes coqueteando con todos… ¿¡Pero que esos coqueteos provoquen una guerra civil!? ¡Eso ya es mucho, incluso para ti! Espero que tu compromiso con Morris te haga reflexionar que no todo en la vida es buscar ser halagada.
Evangeline se ruborizó de la vergüenza. Ser regañada por Kristopher le provocaba un sentimiento de tristeza al no estar a sus expectativas. Así que a partir de ahora. Será un juguete monógamo, con su nueva pareja el sargento Morris.
—¡Eso es todo en mi reporte mi general!
—Descansa Morris, y felicidades por tu compromiso… Supongo.
Morris regreso a su puesto en la estantería y los juguetes regresaron a su estado de completa inmovilidad.
—Bien, creo que eso es todo, solamente voy a tener que reparar la aguja escarlata en miniatura— Dijo Kristopher con molestia al tener que trabajar en un proyecto que ya había terminado—. En fin, Por donde íbamos… A sí, tu libro de reporte. ¿Debería de saber algo en concreto? ¿algún evento o cosa que haya pasado y quieras contarme por tu propia cuenta, antes de leer el reporte?
Jeanne se estaba conteniendo de la risa todo este tiempo. Le parecía tierno y gracioso ver como Kristopher regañaba a sus juguetes como si fuera un padre que regresaba de sus vacaciones y encontraba la casa hecha un desastre. Pero mantuvo su compostura, recapituló toda la información que había reunido en su mente y dijo:
—Bueno, para empezar, unos tipos ayer cuando compraba la despensa… Intentaron hacer que fuera con ellos, y según sus palabras “Pasarla bien”.
Kristopher para sus adentros ya sabia mas o menos como iba a terminar tal historia. En su imagen mental, se vio a si mismo mostrándole respeto a unas tumbas sin nombre. Eran los desconocidos que intentaron coquetear a su esposa, sin saber el carácter de ella en absoluto.
—Despues de amablemente rechazar su petición. Empezaron a insultarme y jalarme con fuerza sin mi consentimiento. Así que hice lo mas natural en esa situación…
—¿¡los mataste!?
—No tontito, Les rompí todos los huesos con mi martillo de guerra— Dijo Jeanne inocentemente, como si no hubiera nada raro en lo que había dicho hace unos instantes—. Después llame a emergencias con un teléfono público y llegaron para auxiliarlos.
—O-Okay… ¿Otra cosa que deba saber antes de leer el reporte?
—¡Ah! Casi olvido comentarte algo muy importante — Dijo Jeanne mientras juntaba sus manos en realización—. Hay un caso que esta en boca de todos últimamente… Hay un asesino en serie suelto en Engelweave. Pero no cualquier tipo de asesinatos. Son asesinatos con coreografías de baile.
Las cejas de Kristopher se arquearon en sorpresa ante la rara información que recibió de Jeanne.
—Ahora si estoy mas que interesado. Cuéntame en detalle todo — Dijo Kristopher. Dejó el libro encima del mostrador intrigado, junto con su aguja escarlata y se reposiciono apoyándose en la pared, atento a las palabras de su esposa.
—Bien, aparentemente según la información de la araña dorada y mis amigas del club de lectura…
—Espera, ¿ya estas en un club de lectura? —Interrumpió Kristopher anonadado de la rapidez de su esposa en sus relaciones sociales.
—Si jeje, Puedes decir que en este mes no desaproveche ni un solo segundo —Dijo Jeanne con orgullo e inocencia.
—Como iba diciendo; Al parecer un asesino en serie está aterrorizando Engelweave desde hace dos meses. Sus víctimas, Siempre son parejas de un hombre y una mujer. Algunas víctimas son esposos, otros son compañeros de trabajo, algunos otros con ninguna relación alguna de por medio. Pero lo que destaca es la forma en que sus cuerpos son hallados… —Dijo Jeanne como si estuviera contando una historia de terror, incrementando la intensidad de la historia como si fuera una experta del dramatismo. — Sus cuerpos eran encontrados en una posición de baile. Con una flor negra emanando un liquido oscuro de procedencia desconocida en la frente de ambas victimas… Pero aparte de esa flor incrustada, La causa de las muertes era un misterio aún mayor, un equipo de forenses de las alas azules, eminencias en su campo, no pudieron identificar la razón por la que las victimas perdieron la vida.
—Inmersiva narración Jeanne, se nota bastante la influencia del club de lectura.
—Jeje gracias, aún tengo mucho por aprender—
Despues de escuchar la inmersiva y adorable forma en que contó la historia su esposa, Kristopher pensó para sus adentros analizando los hechos.
—Dices que los cuerpos fueron encontrados en pose de bailes. Pero exactamente en qué tipo de posiciones el asesino los dejó.
—Como siempre, viendo afuera de la caja señor Crown — Dijo Jeanne alabando la mente de su esposo. —Al principio parecía que no había conexión alguna con las posiciones en las que las victimas “Bailaban”. Sin embargo, tras preguntar a La Araña Dorada, sus miembros de inteligencia lograron encontrar una coreografía, que correspondía con las posiciones que el asesino había dejado los cuerpos, como si cada pareja interpretara una parte del baile. La coreografía en cuestión que coincidía completamente era; El Amanecer del cielo carmesí. Por Laura Cosmo.
Escalofríos recorrieron a Kristopher como si una cubeta de agua helada hubiera caído sobre él. Ese baile, La dueña y creadora de la coreografía, era de la esposa de Adam Cosmo, el quebrantador del destino y Primer Emperador de Cosmo.
Muy poco registro se sabe del principio de la era del hombre. Pero aún con lo poco que se pudo rescatar de aquel tiempo, la vida y hazañas del emperador Adam siempre se mantuvieron vigentes aún con el pasó de 2500 años. Pero Kristopher sabía una parte crucial que casi nadie en el mundo sabía a excepción de él, y según sus sospechas al igual que los altos rangos del imperio Cosmo, que lo mantenían como secreto del resto del mundo; El culto del sol negro tenía una Obsesión compulsiva, al punto de la enfermedad con todo lo relacionado hacia Adam. Sus códigos cifrados, contraseñas, canales de información, rituales. Absolutamente toda tenía que ser en referencia a algo de Adam o su entorno, como si fueran en lugar de una secta a una entidad que propicia el fin de la existencia, fuera un club de fanáticos de una persona famosa.
Si el asesino serial usaba la coreografía de baile creada por la esposa de Adam…Solo podía significar una cosa; El culto del sol negro había comenzado a movilizarse.
—¿Sabes si los Alas Azules saben de la existencia entre la coreografía y los asesinatos? — Pregunto Kristopher mientras su ya blanca piel se volvía aún más pálida.
—No, La araña dorada ha sido la única en dar con la coreografía hasta ahora, el departamento de seguridad de la ciudad no ha dado con esta información aún— Dijo Jeanne preocupada al ver la reacción de su esposo—. ¿Qué sucede Kris? Estas muy pálido de repente.
—N-no te preocupes. Creo que porque no he comido todo el día es por lo que me puse así, solo necesito respirar un poco y comer algo para estar como nuevo— Dijo Kristopher dándole un ataque de pánico. Su mundo parecía darle vueltas y su corazón latía con una fuerza descontrolada.
Jeanne rápidamente entendió la situación, se prendió del brazo de Kristopher y empezó a hacer ejercicios de respiración para que Kristopher la imitará. Era una practica común cuando Kristopher despertaba de sus pesadillas estando los dos en la cama.
Un aumentado bajó de las escaleras hacia el primer piso del edificio. El hombre de mediana edad vio como su jefe con una piel pálida y Jeanne estaban haciendo ejercicios de respiración sentados en el piso.
—¿Ocurrió algo? — Preguntó Victor con preocupación.
—Creo que a Kris le dio un ataque de pánico. ¿Puedes traer algo de agua de la cocina, Víctor?
—Vuelvo enseguida—Dijo Víctor. Subió de nuevo por las escaleras del edificio a por un vaso de agua.
—Todo este bien amor, estoy contigo, todo esta bien, respira hondo y libera. Hazlo a tu ritmo, no hay prisa. No me voy a ir. Estaré aquí siempre.
Las palabras de amor incondicional de su esposa hicieron que su piel poco a poco comenzara a volver a la normalidad. La hiperventilación se había ido casi por completo. Y su vista ya no estaba girando.
Victor llegó velozmente con un vaso de agua lleno. Se lo dio a Jeanne y esta, le dio de beber a Kristopher poco a poco.
—Ya estoy bien. No se preocupen —Dijo Kristopher, habiendo ya terminado de tomar el vaso de agua, para después tratar de apaciguar la preocupación de su guardaespaldas y su esposa.
—No lo sé jefe, ¿seguro que está bien? Estos ataques solo le suceden cuando se despierta de sus pesadillas… En tres años que estoy con usted nunca le había visto experimentar un ataque de pánico estando despierto.
—Victor tiene razón, desde que nos conocemos, nunca ha sucedido algo asi amor. ¿Estas seguro de que no es nada? — Dijo Jeanne muy preocupada.
—Yo…— Kristopher dudo en decirles la verdad. No es que no quisiera. Es que no podía. Cada vez que intentaba hablar de algo relacionado a sus sueños o del culto. La persona a la que se lo contaba omitía por completo la información de una forma imperceptible para aquella persona. Como si no hubiera dicho nada en primer lugar.
— Yo creo que fue un ataque con muchas emociones de por medio. Desde que Víctor hablo negativamente de mi físico. Que el que yo pensaba que era el propietario, haya escrito mal mi nombre en el cartel cuando estábamos en la estación y por ende las escrituras. Así como también el hecho de estar diez horas en tren más seis horas en carruaje sin comer hizo que me provocara un ataque de pánico— Dijo Kristopher tratando de culpar su ataque de pánico a factores externos que no tenían nada que ver con la razón verdadera.
—¿¡Que Víctor hizo qué!? ¿Y como estuvo eso del cartel? —Preguntó Jeanne anonadada —. No me habias dicho nada de eso Kris.
—Bueno, no tuve tiempo de mencionarlo, estaba inmerso en lo hermosa que era mi esposa para recordarlo~
—Mmm, si que eres bueno para alagarme jeje~. Pero aún asi, para estar seguros, haz que la Madame te haga un chequeo. Ella nos quitará cualquier tipo de dudas. — Dijo Jeanne dulcemente, aun estando atenta de su condición.
—Bueno hablando de Madame Carmen… Nos quedamos sin Parches inhibidores. Hay que pedirle a uno de sus cuervos que nos traiga un paquete. Dijo Víctor serio.
—¡Aja! Sabía que se les iban a acabar los parches— Dijo Jeanne con su pecho inflado de orgullo—. Prediciendo que ustedes dos no iban a saber como administrar bien los parches sin mí, me tomé la libertad de pedirles unos a los cuervos de la Madame con antelación. Hace tres días que estan listos para ser usados.
—Qué haríamos sin ti Jeanne— Dijo Kristopher aliviado. No tenia que hacer berrinches en el burdel de Madame Carmen despues de todo.
—Bien, con eso ya solucionado. Voy hacer la cena. Víctor, lleva a Kris al segundo piso, a la sala de estar, para que descanse en el sillón y vigila que no le de otro ataque.
—Si Señora.
Los tres fueron poco a poco subiendo las escaleras del edificio. Al llegar al segundo piso. Jeanne se fue a la cocina a preparar la cena. Mientras que Victor y Kris fueron a la sala de estar a que Kristopher descansase un poco.
Sentados ya en un sofá azul, Kristopher empezó asimilar la situación de aquellos asesinatos. <
El culto del sol negro era una organización religiosa que fue purgada por completo en la guerra del amanecer, hace veinte años atrás. Sin embargo, Kristopher sabía que no era así por sus sueños, en ellos había carteles de se busca de varios miembros del culto. Además de las investigaciones que hizo durante sus sueños. Por eso sabía que ellos estaban en algún lado, escondidos a plena luz del día. Solo que esperando su momento para brillar. Pero la revelación de que realmente ellos existían aun y empezaban a movilizarse hizo que Kristopher perdiera el control. Lo que antes era solo una pesadilla, poco a poco se estaba convirtiendo en su nueva realidad. Toda mínima duda que tenía acerca de su sueño y su veracidad había desaparecido.
<
—Cariño la cena ya esta lista~
Pero primero, uno necesita energía suficiente antes de empezar una cacería.