En el patio de la academia, un silencio sepulcral recorría las gradas, el palco y todo aquel espectador. Corazones envueltos en emoción y expectación veían la batalla que continuaba sobre la plataforma.
Los dos jóvenes espadachines blandían sus espadas bajo una lluvia que lavaba la sangre en sus cuerpos. Una batalla con magia puede ser muy destructiva, pero una sin magia es igual o más sangrienta: cada ataque llevaba la intención de acabar con la vida del rival.
El joven de la katana miró a su adversario, agotado, y dijo:
—Reconozco tu arte de la espada. Es firme y robusto, pero no carece de flexibilidad. Yo, Loshi, del clanTao, daré todo lo que tengo en esta batalla para demostrar que mi arte del Sable Profundo no tiene rival bajo los cielos.
En un instante, el aire se tornó más opresivo; Parecía que un manto translúcido había caído sobre todos.
—Me honran esas palabras —respondió el joven jadeando—. También reconozco tu espada: fluye como el agua, pero corta como el acero. Mi nombre es Lanze, hijo de la familia Bastag de Month. Hoy tomaré la gloria de tu espada para mi familia.
Lanze gritó con fuerza mientras corría hacia su oponente, solo con su espíritu y su espada desnuda. Eso era lo que hacía brillar a ambas artes: simples, sin adornos, pero letales.
Loshi presionó su katana y esperó el ataque entrante. Su postura parecía una meditación, una escultura en calma: la belleza de lo inamovible pero peligrosa.
En esos segundos antes del impacto, los corazones de todos temblaron. Quienes habían perdido el gusto por las batallas, volvieron a encender sus llamas apagadas.
Eran jóvenes, pero sus espíritus de lucha eran casi palpables en la plataforma.
Con un sonido estridente de colisión de metales y chispas, ambas armas impactaron entre sí. No se detuvieron en uno: siguieron, y cada choque fue más letal que el anterior. Ráfagas de viento cortante dibujaban sangrientas heridas en sus cuerpos.
Eran ataques simples, pero tan letales como un tigre hambriento. Tras dos minutos de intercambio igualado, Lanze arremetió con un tremendo impulso sobre Loshi. Éste intentó contener nuevamente el ataque, pero sus fuerzas ya estaban reducidas. Su katana se desvió levemente, y un corte decendente le cercenó el brazo.
La sangre salió a borbotones, tiñendo su ropa y el suelo mojado. La lluvia parecía volverse carmesí.
Lanze preparó otro ataque. Con un Loshi vulnerable, era su oportunidad. Quería cortar el brazo restante y forzar su rendición.
Atacó con furia, pero cuando el golpe estuvo por caer sobre su oponente, Loshi se movió con una agilidad sobrehumana. Parecía la lluvia fluyendo, como el agua que encuentra un camino entre las grietas de la roca.
Su katana cayó con elegancia y precisión sobre las piernas de Lanze. Con un sonido de huesos y carne desgarrada, la hoja se deslizó horizontalmente, seccionándolas.
Lanze cayó al suelo. Aun con dolor, intento ponerse de pie, pero fue en vano. Desde abajo, miró a su rival. Comprendió que había perdido.
Trató como pudo de sentarse mientras sus dos piernas seguían sangrando. Loshi lo observó, soportando también el dolor de su brazo amputado.
Esa mirada entre ambos fue de puro respeto. Allí no había clanes ni familias. Solo dos espadachines que amaban su arte.
La voz, un tanto apagada pero decidida, de Lanze sacó a todos de su estupor:
—Me rindo.
El juez reaccionó un poco tarde y anunció:
—El número 10 se ha rendido.
—El ganador es el número 1.
La multitud se levantó de sus asientos y se estalló en un aplauso estridente a ambos jóvenes que los habían hecho estremecer de emoción.
Arthur, que miraba todo esto, también aplaudió con ganas. Una mirada renovada iluminaba su rostro.
En el palco de profesores había miradas de aprobación e interés por ambos espadachines.
Los murmullos en la multitud se extendieron como una chispa.
—Así que ese es el joven Loshi del clanTao... se dice que es un genio de la espada.
—Sí —respondió otro—. Es increíble poder presenciar un duelo entre Loshi y lanze el joven genio de la familia Bastag. Lo vi una vez en Month, cuando apenas tenía 15 años y ya era muy bueno con la espada.
—Esperamos que puedan seguir creciendo. Quizás veamos nacer nuevas leyendas —dijo otro, con emoción en el rostro.
Después de que ambos jóvenes abandonaron la plataforma, aún quedaba el último combate de la primera vuelta.
Cuando los nuevos combatientes se encontraron en la plataforma, otro silencio sepulcral cubrió el lugar, pero esta vez era de asombro más que de emoción.
—Mira quién está en la plataforma —dijo alguien del público.
—¿Quién es? —preguntó otro.
—Ambos pertenecen a la familia Grunde, que vive cerca de Month.
—¡¡No los conoces?? Uno es el hijo menor, Marlo, de 17 años; y el otro es Loren, un año mayor.
—Pero... se dice que ambos se odian. Son hijos del mismo padre pero distintas madres. Quizás hoy veamos más que una batalla por un cupo a la academia.
En la plataforma, dos miradas llenas de rencor se entrelazaron como corrientes opuestas. La lluvia parecía no querer menguar y el cielo era cada vez más oscuro.
Dos espadachines dejaron atrás la sangre, el respeto… y un vacío que costará llenar.. Pero no hubo tiempo para la nostalgia, porque el siguiente combate no era una danza de acero… sino una tragedia familiar envuelta en rencor.
Fin del capítulo.