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Chapter 191 - Capítulo 35: Las Generaciones del Poder

La tensión en el desolado paraje era un ente tangible, apretando el aire entre Aurion, John Valmorth y Ryuusei. Éste último, de pie de nuevo gracias a la agónica reconstrucción de su cuerpo, sentía un temblor constante, una resaca de dolor residual que se aferraba a los tejidos recién formados. Había lanzado su desafío, sí, pero su postura seguía siendo la de alguien que se negaba a ser borrado, no la de un igual. Aurion lo observaba con una seriedad imperturbable, su mirada fija en John Valmorth, sopesando la amenaza latente de los hermanos (Constantine, Hiroshi). John, por su parte, mantenía su calma arrogante, una ligera sonrisa en los labios, disfrutando del estancamiento.

El silencio se prolongó, cargado con la inminencia de un conflicto de altísimo calibre. Pero John Valmorth, el generador de la chispa, decidió que el momento no era para la batalla. Era para otra cosa. Para satisfacer una peculiar curiosidad.

La mirada carmesí de John, que hasta entonces pesaba sobre Aurion, pivotó con una indiferencia escalofriante, fijándose en la figura maltrecha de Ryuusei.

—Eh, tú —dijo John, su voz era casual, teñida de condescendencia, pero logró captar la atención forzada de Ryuusei—. Levantarte así… después de eso… fascinante. Tienes la capacidad de arrastrarte de vuelta desde el borde. Pero, aun así, eres un desastre ambulante.

Ignoró la mirada desafiante que Ryuusei le devolvía y continuó, como si la conversación fuera solo con él mismo. —Relájate un instante. —Ordenó a Ryuusei, no como un adversario, sino como quien le pide a un espécimen interesante que se quede quieto para su examen. —Tengo curiosidad por algo.

Se acercó un paso más, su presencia poderosa y peligrosa se hizo aún más opresiva. Sus ojos rojos se fijaron en los de Ryuusei (o en la oscuridad tras su máscara).

—Dime… —su tono adquirió ahora un matiz de genuina intriga bajo la capa de altivez—. ¿Qué generación eres?

La pregunta flotó en el aire frío. Ryuusei parpadeó tras la máscara, su mente tropezando con el concepto. ¿Generación? No encajaba con su comprensión del poder como una simple fuerza o habilidad. Hablaba de un linaje temporal, algo ajeno a su existencia.

—¿Generación? —cuestionó Ryuusei, la voz raspaba por la garganta dolorida—. ¿De qué… de qué diablos estás hablando?

John Valmorth soltó una risa corta y seca, un sonido vacío que resonó en el paisaje abierto. —Qué esperpento. Vasto potencial y no tienes ni idea de tu propio origen. —Se enderezó, adoptando el aire de un profesor aburrido y arrogante, deleitándose en la ignorancia ajena. —Bien. Te haré el favor de explicarlo. Considera esto… una lección. —Se ajustó ligeramente, como si se preparara para exponer la historia misma del poder. —El poder… evoluciona. No solo en crudeza, sino en esencia. Existen… generaciones.

Comenzó su disertación, delineando la línea temporal del desarrollo de la capacidad meta-humana, una narrativa contada desde la perspectiva de alguien que se consideraba a sí mismo en la cumbre evolutiva.

—Al principio —dijo John, marcando el tiempo en el aire—. Alrededor del inicio de la Primera Guerra Mundial. Esa gran carnicería en Europa. Los primeros en manifestar habilidades evidentes. Un poco más de fuerza. Velocidad limitada. Rudimentarios, apenas más que atletas mejorados. Los llamaron "héroes". Patético. La Primera Generación.

Continuó, el tono se volvió más serio al abordar la siguiente era. —Luego… las Guerras Mundiales trajeron otra cosa. —Se refirió al período de la Segunda Guerra Mundial. —Poderes que no eran físicos. Influencia. Un carisma innatural, casi sobrenatural. La habilidad de moldear mentes, de mover masas con la voz o la presencia. La Segunda Generación. —Una chispa de reconocimiento habría cruzado brevemente la cara de Kaira en el puesto de mando, si hubiera presenciado la escena. John citó ejemplos clave. —Hitler… su oratoria no era solo persuasiva. Era una forma de control psicológico a escala nacional. Aterrador a su manera. Otros políticos… líderes de la época… tenían manifestaciones sutiles de esa influencia antinatural.

—Tiempo después —prosiguió John, su tono se hizo más desdeñoso—. El poder se volvió más… mundano. Elemental. Fuego. Agua. Tierra. Control directo sobre las fuerzas básicas de la naturaleza. Poderes de combate más convencionales. La "Tercera Generación". Abundantes. Predecibles.

Y entonces, su tono cambió de nuevo, volviéndose intenso, con un matiz de frío orgullo inherente a su linaje. —Y luego… llegó la Cuarta. —Marcó el tiempo, los años 2000s, la era actual. —Individuos… con un nivel de poder crudo que no se había visto en siglos. Un punto de inflexión. —Su mirada se dirigió a Aurion, que observaba en silencio, su seriedad inalterada por la clasificación.

—Aurion. —Lo nombró directamente—. Inmenso. Un cataclismo andante. Aunque… ya un poco obsoleto para ser la cúspide de la evolución. Su era… está declinando. —Una leve mofa, un análisis despiadado del ocaso de una era de poder. —Y yo. —John se incluyó con una confianza absoluta que bordeaba lo divino—. Los Valmorth de Linaje Primigenio… somos la Cuarta Generación. Poderes que van más allá de lo elemental o lo político. La creación, la destrucción a un nivel fundamental. —Su tono implicaba que él y sus hermanos (Constantine, Hiroshi, Hitomi) no solo pertenecían a esta generación, sino que quizás representaban su pináculo, superando incluso a Aurion en potencial refinado.

Tras establecer el sistema y posicionar a Aurion y a sí mismo, John volvió su atención completamente a Ryuusei, su mirada ahora puramente analítica, como si estuviera estudiando una fascinante aberración.

—Pero tú —dijo John, su tono era de genuina perplejidad bajo la arrogancia—. Eres… anacrónico. No encajas en el molde. Esa dualidad… Caos y Paz… no es característica de ninguna de estas generaciones definidas. Esa regeneración… no es simple curación acelerada. Es… algo más primitivo y brutal. Una reescritura constante de tu propia carne. Y sí… es claramente… dolorosa. Interesante. Esa capacidad para volver una y otra vez desde el borde de la muerte… —Analizó los rasgos únicos de Ryuusei con una intensidad que parecía intentar diseccionarlo a nivel molecular o energético. —Ese nivel de potencial en bruto… es… —John midió a Ryuusei con la mirada, evaluando la vasta energía latente y descontrolada—. Simplemente… no encajas en la Cuarta Generación.

Su tono se volvió contemplativo por un instante, una especulación de alto nivel sobre cómo categorizar a este ser tan inusual. —Quizás… —Su voz era baja, casi un murmullo pensativo—. …una Quinta. —Una pausa calibrada, sopesando la enorme implicación de esa clasificación—. O incluso una Sexta Generación. —Lo afirmó con una certeza fría. Ryuusei, el marginado, colocado conceptualmente en un nivel de potencial que superaba a los héroes y villanos actuales, a Aurion y a los propios Valmorth de Cuarta Generación.

Pero la elevación de Ryuusei en potencial fue inmediatamente seguida por el juicio brutal sobre su estado actual. La mirada de John se tornó gélida, su sonrisa regresó, teñida de puro desprecio. —El potencial es… ridículo. Absurdamente ridículo. Demasiado fuerte… en bruto. Una anomalía andante sin refinar. —Hizo una pausa crucial, permitiendo que la verdad se asentara—. Pero… —Una mirada de desprecio absoluto, un gesto de la mano que lo descartaba por completo—. …eres un idiota. —Declaró, la verdad expuesta de forma simple y cruel. —Un completo y absoluto imbécil. —Explicó, enumerando las fallas de Ryuusei sin rodeos—. Demasiado estúpido para canalizar ese potencial. Tu arrogancia… tu falta de control emocional… tu dependencia ciega de la fuerza bruta sin un ápice de estrategia… te llevaron a perder contra Aurion en… ¿qué fue? ¿Diez segundos? Una patética demostración de potencial desperdiciado. —El golpe, más allá del dolor de su carne curada, era la verdad brutal dicha en voz alta.

Ryuusei sintió las palabras de John como impactos directos, penetrando más allá de su piel recién formada. La conmoción ante la historia de las generaciones, la extrañeza de ser catalogado como un potencial "Quinta o Sexta", se mezcló con una ira hirviente y una negación visceral al ser llamado "idiota" de forma tan despiadada. Pero una horrible parte de él… una parte honesta… reconocía la verdad ineludible en las palabras de John. Su propia arrogancia en la pelea con Aurion, su absoluta falta de pensamiento estratégico… lo había conducido a esa humillación total.

Aurion permaneció inmóvil, observando la interacción con su seria expresión sin cambios externos. No intervino en la "lección" de John, pero la mención de las generaciones, de su propia era "terminando", y el potencial latente de Ryuusei no le pasó desapercibida. Su mirada hacia Ryuusei quizás cambió sutilmente, de ser meramente un oponente prematuro, a un fenómeno a ser observado con cautela.

La "lección" de John había concluido. Había saciado su momentánea diversión. Había sembrado conocimiento, humillación y una nueva capa de intriga sobre el panorama del poder. No había razón para prolongar el estancamiento.

—Bueno —dijo John, enderezándose por completo, la máscara de profesor cayendo para revelar su aburrimiento peligroso de nuevo—. Eso fue… moderadamente instructivo. Para mí, al menos. Te observaré evolucionar, idiota. O te romperé más a fondo más adelante si sigues siendo tan aburrido.

Miró a Aurion una última vez. —Por ahora, no haré esa llamada. —Resolvió la amenaza inminente de invocar a sus hermanos—. No vale la pena el esfuerzo ahora. Todavía hay juguetes más interesantes que romper en la batalla principal, aunque menos intrigantes que tú. —Un último vistazo fugaz hacia el horizonte donde la batalla continuaba rugiendo a la distancia.

Y con la misma calma con la que había aparecido, John Valmorth se dio la vuelta y se marchó, desapareciendo en el desolado paisaje con su katana y su aura de aburrimiento y peligro contenido.

Aurion observó a John Valmorth alejarse por un momento, su seria expresión sin alterarse. Luego, sus ojos se volvieron hacia Ryuusei, que seguía de pie, lidiando con la doble carga del dolor físico residual de la regeneración y el impacto emocional y mental de las palabras de John. Aurion no dijo nada más sobre las generaciones o la "lección" recibida. Su comentario final fue conciso, repitiendo la fría conclusión de su brutal encuentro.

—Aún no estás listo —dijo Aurion. Su voz era fría, despojada de toda emoción. Una confirmación helada de la cruda realidad de la brecha de poder, a pesar del potencial recién revelado.

Sin añadir nada más, Aurion también se dio la vuelta y, con la velocidad cegadora que lo caracterizaba, se desvaneció, regresando (presumiblemente) a la batalla principal o a sus propios objetivos, dejando a Ryuusei solo una vez más en el valle gélido.

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