Con sus coartadas firmemente establecidas y su arsenal tecnológico en constante evolución, Peter se dio cuenta de que no bastaba con ser un genio. Necesitaba que su cuerpo estuviera a la altura de su mente. La fuerza y agilidad iniciales de la picadura de la araña eran extraordinarias, pero podían ser perfeccionadas.
Sus "sesiones de estudio nocturnas" en la biblioteca de la universidad a menudo terminaban en el gimnasio del campus, en horas donde pocos estudiantes se atrevían a ir. Peter no usaba pesas de manera tradicional. En su lugar, se centraba en ejercicios de calistenia avanzada, parkour y entrenamiento de agilidad. Escalaba las paredes de escalada artificial con una facilidad asombrosa, practicaba aterrizajes suaves desde alturas considerables y mejoraba su equilibrio hasta el punto de poder mantenerse sobre el borde más fino de una viga.
El sentido arácnido era su herramienta más poderosa en este entrenamiento. Lo usaba para anticipar sus propios movimientos, para predecir dónde caería o qué músculo necesitaría más apoyo. Era como un entrenador personal incorporado, una brújula que lo guiaba hacia el movimiento más eficiente y el punto de apoyo perfecto. Peter no solo reaccionaba al peligro; ahora lo sentía venir con segundos de anticipación, lo que le permitía esquivar, contrarrestar y, sobre todo, prevenir el daño. Practicaba la meditación para aclarar su mente y escuchar con más precisión los zumbidos sutiles de su sentido, discriminando entre un peligro real y un simple presentimiento.
Sus reflejos se agudizaron a niveles casi sobrenaturales. En el laboratorio de física, bajo el pretexto de un proyecto, diseñó un sistema de "esquiva" con láseres, aumentando la velocidad de los haces a medida que sus reflejos mejoraban. Era una forma divertida y efectiva de entrenar sin llamar la atención.
Pero no todo era entrenamiento físico y tecnológico. Peter también invirtió tiempo en el aspecto social de su vida, no solo como coartada, sino por un deseo genuino de mantener las conexiones que el Peter original a menudo perdía.
Su amistad con Gwen Stacy se profundizó. Pasaban horas en la cafetería de la escuela, discutiendo sobre ciencia, teorías de física y el futuro. Peter encontraba en Gwen una mente igual de brillante y un oído atento. Compartían risas y sueños, y Peter se sentía atraído por su inteligencia y su bondad. Él se aseguró de ser un buen amigo, de estar allí para ella, sin las distracciones o los pesos emocionales que a menudo plagaban las relaciones del Peter original. Su relación crecía sobre una base sólida de respeto mutuo y admiración intelectual.
Con Harry Osborn, la situación era más delicada. Peter notaba la creciente tensión en la casa de los Osborn, la frialdad de Norman. En lugar de alejarse, Peter se acercó más a Harry. Lo ayudaba con las tareas que se le dificultaban, lo escuchaba cuando se quejaba de su padre y, en ocasiones, lo invitaba a estudiar a su casa. Peter quería ser un ancla para Harry, un amigo en el que pudiera confiar, con la esperanza de evitar el camino oscuro que Norman a menudo le imponía a su hijo en el futuro.
Incluso con Flash Thompson, Peter adoptó un enfoque diferente. En lugar de solo soportar su acoso, Peter a veces lo "sorprendía" con su intelecto o con un comentario ingenioso que desarmaba a Flash. No buscaba la amistad, sino el respeto, o al menos la neutralidad.
Cada interacción, cada hora de entrenamiento, cada nueva línea de código, contribuía a la formación de este nuevo Peter Parker. Estaba forjando una base inquebrantable, una combinación perfecta de fuerza, intelecto y conexiones humanas. Estaba listo.