(Título alternativo: "Toca lo prohibido, dijeron. Estará bien, dijeron").
La gema no se mueve. El mundo que la rodea sí.
No está flotando, está anclado , y todo lo demás tiene miedo de acercarse demasiado.
¿Color? Sí. Demasiados para ser reales. Todos chocando y tarareando como un himno que el universo intentó olvidar.
Me acerco.
Porque claro que lo hago. ¿Por qué no tocar aquello que el tejido de la existencia está evitando activamente?
"No", repite la voz de la oveja. Pero suena rota y distante, como si estuviera gritando desde el otro lado de una galaxia moribunda.
Lo toco.
No quema. Recuerda.
Mi cuerpo se sacude hacia atrás, pero mi mente no se mueve. Mi pecho se ilumina. El Ojo grita y se abre .
Entonces, algo se clava en mi brazo .
Sin cuchilla. Sin llama.
Sólo concepto .
Aparece una marca.
Fractales. Runas. Un lenguaje que parece más antiguo que el dolor .
Pulsa una vez... ¿y absorbí las cuatro gemas?
Ellos reaccionan .
Algo en mí se derrumba.
Ni mis pulmones. Ni mis huesos.
A mí.
La marca se extiende por mi brazo como un rayo hecho de memoria. Se asienta justo debajo del hombro y luego se aprieta.
Y el mundo que me rodea se estremece .
La daga suena en el lugar donde la dejé. El avión se quiebra. La realidad intenta alejarse de mí, pero es demasiado tarde.
Me caigo.
No en el espacio. No a través de las dimensiones.
Caigo hacia dentro .
Y todo... se apaga.
Toma final:
El cuerpo de Renji, flotando, con las extremidades flácidas.
La runa en su brazo brilla como un segundo latido.
Desde dentro de su pecho, el Ojo late débilmente.
Y muy, muy lejos, dentro de ese resplandor...
Una voz débil dice:
"...él está aquí."