Capítulo 2: La humillación que despertó a la bestia
El estadio rugía.
Era solo un partido sub-17, pero el nivel, la tensión y el talento en el campo lo hacían sentir como una final del mundo. En las gradas, ojeadores de todos los clubes europeos se peleaban por conseguir los mejores asientos. En la cancha, dos equipos que representaban filosofías opuestas se preparaban para un choque brutal.
Bastard München vs Ajax.
Noel Noa, el "Rey sin corona", se paraba en el círculo central con una mirada vacía, helada. Sus botas golpeaban el césped como si estuviera marcando territorio. A lo lejos, al frente del Ajax, un japonés de lentes delgados ajustaba sus guantes con calma.
Jinpachi Ego.
No era más alto. Ni más fuerte. Ni más rápido.Pero cada pase que daba, cada posición que tomaba, era perfecta.Fría. Matemática. Letal.
—Hoy voy a destruirte —susurró Noa para sí mismo—. Hoy vas a saber lo que es jugar contra un monstruo.
El silbato sonó.
[PRIMEROS MINUTOS]
Bastard comienza con el balón.Noa recibe en medio campo. El balón se acomoda en sus pies como si lo hubiese nacido con él.
Levanta la vista. Está lejos.Pero eso no le importa.
¡BOOM!
Una patada explosiva, el balón va directo al arco desde casi 40 metros.
La grada se levanta.La velocidad es absurda.
Pero el portero del Ajax…¡La detiene!
—¿¡Qué…!? —Noa frunce el ceño. El rebote no sirve. El portero cae, pero el balón no entró.
Ajax toma el balón. Y en un instante…
Ego lo tiene.
Tres pases.Una pausa.Un cambio de ritmo.
Gol.
El Bastard ni siquiera entendió qué pasó.Y antes de que puedan ajustar su formación…
Otro gol.
Y luego otro.Y otro.
Cinco.
Cinco goles en un solo partido. Todos desde la mente de un solo jugador.
Jinpachi Ego.
—No se trata de fuerza —decía mientras caminaba entre sus compañeros—. Ni de garra. Ni siquiera de talento crudo. Se trata de comprender. Controlar. Manipular.—Y tú, Noel Noa… aún eres solo un perro rabioso.
El pitido final sonó como un tiro en la cabeza.
5-0. Humillación total.
El campo quedó en silencio.Los jugadores del Bastard estaban de rodillas, derrotados.Noel Noa, sin embargo, se quedó de pie.
Inmóvil.
Mirando el cielo.
Y luego cerró los ojos. No lloró. No gritó.Solo apretó los dientes.
—…Jinpachi Ego… —murmuró—. Me las vas a pagar.Esta derrota... este veneno... me lo tragué entero.
Abrió los ojos. Y por primera vez en su vida, brillaban con algo más que ira.
Determinación.
—El Mundial sub-17 comienza en un mes.—Y ahí, en ese escenario… voy a destrozarte.
Sus palabras no eran promesas.Eran una sentencia.
—Esta humillación… fue el inicio de mi venganza.