Respuestas
La noche había caído sobre Velkan, pero el ruido en las calles no cesaba. La ciudad estaba en caos: medios de comunicación, redes sociales y grupos de vecinos discutían sin parar sobre la explosión y la batalla que sacudió el corazón del distrito tecnológico. Las imágenes captadas por los drones eran claras, y los rostros de Moisés, David, Sofía y Lilian aparecían en las pantallas gigantes de cada avenida.
Carlos, aunque presente, fue descartado de los reportes oficiales por haber permanecido al margen de la pelea. Sin embargo, su rostro también aparecía en algunos videos caseros, generando dudas en ciertos sectores de la ciudad.
Mientras tanto, en el antiguo laboratorio escondido, Karla, Clarence y Stiven se despertaban cerca de las 6:00 pm, completamente ajenos a los acontecimientos. Al revisar sus dispositivos y ver los titulares, no podían creer lo que había ocurrido.
-¿¡Cómo que hubo una explosión en pleno centro!? -dijo Stiven, impactado.
-Y... espera... ¿¡esos no son Moisés y los demás!? -añadió Karla, ampliando uno de los videos virales.
Clarence se puso de pie, serio y alarmado:
-Tenemos que movernos ya. Esto puede empeorar para todos.
En tanto, en sus respectivos hogares, Moisés, David, Sofía y Lilian estaban siendo intensamente cuestionados por sus padres.
-¿¡Qué hacías en medio de una explosión!? -gritó el padre de Moisés, visiblemente alterado.
-¡¿Me puedes explicar cómo terminaste en una pelea contra cosas que ni entiendo?! -dijo la madre de Sofía, conteniendo las lágrimas.
David intentaba hablar, pero sus palabras eran ahogadas por la confusión de su familia. Lilian, en cambio, se encerró en su habitación, mirando en silencio las imágenes una y otra vez, tratando de entender qué había pasado realmente.
En las calles, algunos manifestantes pedían explicaciones al gobierno local, acusando negligencia y ocultamiento de información sobre los ataques y los misteriosos "jóvenes con habilidades".
La ciudad de Velkan no dormía esa noche.
Karla, Stiven y Clarence acababan de llegar nuevamente a Velkan. La ciudad aún se sentía tensa, con el eco de lo sucedido corriendo por las calles como un rumor que se negaba a apagarse. Antes de separarse para realizar su ronda nocturna y revisar las zonas asignadas, decidieron detenerse un momento frente al edificio de control central para hablar.
Karla miró a los dos, con el ceño ligeramente fruncido, claramente preocupada.
Karla:
-Chicos... ya sabemos que Moisés, David, Sofía, Lilian y Carlos eran de nuestra escuela. Sin duda, las preguntas del Mayor de Cresthaven tenían razón: sí hay más como nosotros aquí en Velkan.
(Suspira)
-Y si las otras tres siluetas que vimos defendiendo Velkan realmente no estaban con ellos... entonces hay aún más personas involucradas en esto. No sabemos cuántos.
Stiven, con los brazos cruzados y la mirada clavada en el suelo, asintió lentamente.
Stiven:
-Lo que me preocupa es que ellos no sabían controlar su poder. Fue demasiado arriesgado. Esa pelea pudo haber destruido media ciudad. No sé si estén del todo conscientes del peligro en el que están... o en el que ponen a todos.
Clarence, que hasta ahora se había mantenido en silencio, dio un paso adelante.
Clarence:
-Lo peor es que no sabemos si las siluetas los estaban ayudando... o si solo usaron la pelea como excusa para intervenir. ¿Y si están vigilando Velkan por otras razones?
Karla:
-No lo sé, pero una cosa es segura: estamos en medio de algo más grande. Y ahora que la ciudad los ha visto pelear... las autoridades no se van a quedar de brazos cruzados.
Los tres se miraron por un instante. No hicieron falta más palabras. El ambiente estaba cargado, no solo por la tensión en Velkan, sino porque sabían que el mundo que conocían ya no volvería a ser el mismo.
Moisés, David, Sofía y Lilian, junto a Carlos, seguían despiertos a pesar de que la noche ya se había apoderado de toda la ciudad. Nadie había podido dormir. El recuerdo de la batalla, el caos en las calles, los drones, las siluetas... todo seguía muy fresco en sus mentes. Cada uno intentaba pensar cómo explicar lo ocurrido a sus padres, pero las palabras simplemente no llegaban.
Mientras tanto, en otro punto de Velkan, Karla, Stiven y Clarence ya estaban en sus respectivas rutas de vigilancia. Se habían separado para cubrir más terreno, como siempre lo hacían durante las revisiones nocturnas.
Karla caminaba por el centro de la ciudad. Todo parecía en calma. Ni siquiera las patrullas automáticas se escuchaban tanto como antes. Aunque su mente estaba inquieta, no notó nada fuera de lo común.
Stiven, por su parte, recorría los bosques cercanos, donde solía encontrar más señales extrañas, pero esa noche, el silencio era absoluto. Ni criaturas, ni movimientos, ni rastros. Solo árboles, brisa y la tenue luz de la luna.
Clarence, en cambio, decidió patrullar cerca del río. Caminaba por la orilla, escuchando el sonido del agua correr entre las piedras.
Clarence caminaba por la orilla del río, admirando el reflejo de las luces de la ciudad sobre el agua. Sin embargo, algo se sentía extraño… El río brillaba con una intensidad fuera de lo común, y una brisa helada lo envolvió, poniéndole la piel de gallina.
—Qué noche tan hermosa... y qué río tan brillante… —susurró, frunciendo el ceño—. Esto está más raro de lo normal…
De pronto, una figura brillante emergió lentamente desde el mismo río. Su silueta parecía humana, pero estaba compuesta de energía pura, con destellos celestes que parpadeaban suavemente en la oscuridad.
Clarence retrocedió un paso, sorprendido, pero sin perder la calma.
—¿Quién eres? —preguntó con voz firme.
Silueta Celeste: —No importa quién fui. Ya no soy un hombre normal. Solo necesito que dejes de pelear por Cresthaven y Redmire.
Clarence lo miró con desconfianza, pero con curiosidad.
—¿Qué quieres decir con eso? Tú sabes bien que si no fuera por los ataques, Velkan ya estaría destruida. Cresthaven y Redmire vinieron a defenderla. ¡Velkan está acabada!
Mientras hablaba, Clarence discretamente levantó una mano y disparó una pequeña señal lumínica hacia el cielo, oculta tras la silueta. Era el código acordado con Karla y Stiven: "Estoy en contacto con una silueta, necesito apoyo".
Silueta Celeste no reaccionó de inmediato a la señal.
—De eso no estoy tan seguro —respondió con voz serena—. Esas ciudades tenían planes para construir una mejor Velkan… a cualquier costo. Tú lo sabes. No confundas protección con dominación.
A lo lejos, Stiven, que corría entre los árboles, vio la señal.
—¡Clarence necesita ayuda! —dijo en voz baja, y aceleró al máximo, moviéndose casi como una sombra.
Desde el aire, Karla, que estaba más cerca, notó la señal y extendió sus alas de energía, volando directo al punto marcado.
Mientras tanto, la Silueta Celeste se acercaba un poco más a Clarence, sin intenciones hostiles.
—Tú eres especial, Clarence. No permitas que esas personas te usen como una herramienta de guerra. Puedo verlo… incluso ahora, dudas. No estás seguro de quiénes son los verdaderos aliados.
Clarence apretó los puños, su mirada seria. El dilema ya estaba sembrado.
Justo cuando la tensión crecía, Karla aterrizó con fuerza a su lado, con energía chispeando entre sus manos, y Stiven apareció desde la sombra del bosque, jadeando ligeramente pero listo para la acción.
—¿Estás bien, Clarence? —preguntó Karla, mirando fijamente a la silueta.
—Sí… pero esto se volvió mucho más grande de lo que esperábamos —respondió él.
La Silueta Celeste levantó una mano con calma.
—No vine a luchar. Solo a advertirles… y a abrirles los ojos.
Dicho eso, su cuerpo comenzó a disiparse como si se fundiera con el viento, transformándose en partículas de energía pura, que se elevaron lentamente al cielo antes de desaparecer.
Los tres amigos quedaron en silencio, mirando al río brillante, sabiendo que algo había cambiado.
Y que ahora, más que nunca, necesitaban respuestas.
La madrugada era fría y el silencio en Velkan se sentía más pesado que nunca. Clarence, aún con la imagen de la silueta celeste grabada en su mente, respiró hondo. Mientras caminaban juntos por la calle desierta rumbo al punto de encuentro, Karla y Stiven escuchaban atentos.
—No me lo dijo todo —murmuró Clarence con seriedad—, pero mencionó algo... sobre un proyecto. Proyecto R. Dijo que no era lo que parecía... y que esas ciudades, Cresthaven y Redmire, tienen otros planes para Velkan.
Karla y Stiven intercambiaron miradas, inquietos.
—¿Proyecto R? —repitió Stiven, frunciendo el ceño—. Nunca habíamos escuchado eso.
—Y yo tampoco —agregó Karla—. Pero si esa silueta celeste lo mencionó... debe ser importante. Muy importante.
Ya sin palabras y cargando con más dudas que respuestas, los tres retomaron el camino hacia Cresthaven. Su turno de vigilancia había terminado y, aunque agotados, sabían que algo había cambiado. Y no podían ignorarlo.
—Mañana —dijo Karla finalmente—. Preguntaremos por ese proyecto R. Aunque eso signifique meternos más profundo en esta red de secretos.
El sol aún no asomaba, pero el peso de la verdad comenzaba a caer sobre ellos. Una verdad que no estaban seguros de querer encontrar.
A pesar de buscar respuestas, solo obtuvieron más preguntas.
Y la traición que creían entender... apenas comenzaba a revelarse.