Central de Monitoreo de S.H.I.E.L.D - 15 de mayo de 2007
El aire en la Central de Monitoreo de SHIELD en Washington, D.C., era un zumbido constante de tecnología y voces bajas. No era el bullicio caótico de un centro de comando de crisis, sino la quietud concentrada de una biblioteca de alta tecnología. La sala semicircular estaba sumida en una suave penumbra, iluminada principalmente por el resplandor azulado de docenas de monitores de alta resolución que cubrían las paredes y los escritorios.
En el centro de todo, en una mesa de control elevada, se encontraba la figura concentrada del Agente Davis.
El líder de este equipo.
Su rostro, marcado por años de experiencia frente a las pantallas, escudriñaba los informes que aparecían en su pantalla principal, con la mandíbula ligeramente tensa por la concentración. A su alrededor, dispuestas en niveles descendentes, se encontraban las estaciones de trabajo del Equipo de Detección de Anomalías Digitales, un grupo de analistas especializados en la búsqueda de lo inusual en el vasto océano de la información.
Cada estación era un nido de eficiencia. Los agentes, en su mayoría jóvenes y con la vista entrenada para detectar patrones y disonancias, tecleaban con fluidez en teclados ergonómicos retroiluminados.
Llevaban auriculares bien apretados sobre sus orejas, a veces susurrando a sus colegas y otras veces escuchando solo el sonido de los datos que se filtraban en sus mentes. Sus escritorios estaban abarrotados de múltiples pantallas táctiles que mostraban secuencias de código, mapas satelitales con puntos brillantes de actividad y ventanas superpuestas con fuentes de redes sociales, foros de discusión y blogs oscuros.
Cada uno utilizaba software propietario de SHIELD, con interfaces complejas que permitían el seguimiento de palabras clave y el análisis semántico a tiempo real.
Si alguien subía a un video borroso de un objeto volador no identificado a YouTube o un bloguero compartía una historia extraña sobre luces en el cielo, este equipo lo detectaba. Su trabajo no consistía solo en encontrar la anomalía, sino en filtrar el ruido: descartar los bulos obvios, investigar las pistas más prometedoras y, de ser necesario, iniciar protocolos de contención de información o de investigación in situ.
Una agente, una mujer con gafas finas y cabello recogido, estaba inmersa en su estación. Un mapa tridimensional del Ártico y la Antártida giraba lentamente en una de sus pantallas, mientras que en otra, una cuadrícula de pequeños clips de video de aficionados se actualizaba constantemente en busca de patrones inusuales.
El murmullo de los teclados y el ocasional clic del ratón eran la banda sonora de la caza de lo anómalo, lo inexplicable, lo que el mundo exterior consideraba sólo "leyendas urbanas" o "efectos especiales"
En ese momento, un destello en su monitor captó la atención de la agente.
Había aparecido una nueva publicación en línea, centrada en la Antártida; más específicamente, en un descubrimiento paleontológico en algún lugar de su vasta extensión helada al sur.
La publicación, firmada por un equipo de paleontólogos, contenía al menos diez fotografías de lo que habían encontrado: una criatura de un tamaño descomunal en el interior de una montaña rocosa, alojada en una caverna de proporciones titánicas.
Y según el texto que la acompañaba, el esqueleto medía al menos 1.656 metros de punta a punta, una longitud que eclipsaba incluso a los rascacielos más altos del mundo. Estaba en tan impecable estado de conservación que parecía un maniquí de museo perfectamente ensamblado sin una sola pieza fuera de lugar en un iceberg azul.
Además, el equipo de paleontólogos especuló que esta podría tratarse de una nueva e inmensa especie desconocida hasta ahora, que alguna vez habitó la Tierra.
Entre las imágenes también había fotos del equipo dentro y fuera de la montaña, y algunas de los pingüinos y sus crías, pero era evidente que la verdadera atracción, el "tema jugoso" de la publicación, era el gigantesco esqueleto. Este se mostraba en posición de dormir y lo más llamativo aparte de su tamaño, eran las dos estructuras óseas en su espalda, similares a las bases de las alas de un murciélago, que parecían las bases de... ¿alas?
Ese último detalle, la presencia de esas estructuras similares a alas, fue lo que realmente desató las alarmas en la mente de la agente. Primero, porque este animal, con su gran forma de reptil y la evidencia de apéndices alados, tenía la imagen inconfundible de un ser catalogado hasta ahora como pura "fantasía": un dragón.
Y segundo, como parte de un equipo cuya misión era cazar anomalías sobrenaturales y cualquier otra cosa que desafiara la imaginación, tenían una lista de elementos que debían reportar de inmediato. Los extraterrestres eran un buen ejemplo y en esa misma lista, en toda la crudeza de la fantasía, estaban los dragones.
Al principio, cuando la agente se unió a SHIELD hace apenas un año, recién salida de la Academia S.H.I.E.L.D. (un lugar donde la organización entrenaba a sus futuros miembros), se quedó atónita al ver semejante lista.
Como una exalumna, fue entrenada para servir a una entidad secreta, sí, pero la verdadera magnitud de la misión de dicha organización nunca le fue revelada. Fue una verdadera sorpresa cuando le encargaron la búsqueda de "platillos voladores" y, poco a poco, fue descubriendo la verdadera esencia de SHIELD: una entidad encargada de la protección global.
Pero volviendo al tema de los dragones: criaturas fantásticas descritas en los mitos como seres colosales capaces de surcar los cielos y aniquilar todo a su paso. Estos descomunales animales eran, sin duda, una prioridad, así que, sin perder un segundo, la agente seleccionó una de las fotos del esqueleto, la más nítida y mejor tomada, y con ella como base, ejecutó un avanzado programa de reconstrucción 3D.
Rápidamente el software, utilizando el esqueleto como punto de partida, comenzó a rehacer a la criatura en su apariencia exterior, dándole carne, piel y toda la magnificencia de su forma original.
...
Oficina de Nick Fury - S.H.I.E.L.D Sede
En una oficina impecablemente ordenada, bañada por tonos neutros de gris y acero, un hombre de piel oscura estaba sentado erguido con una presencia imponente.
Su rostro, marcado por la experiencia y una gran cicatriz en forma de tres franjas en el ojo izquierdo, parecía siempre llevar un aire de enojo hacia el mundo, una expresión de perpetua seriedad y desconfianza. Era Nick Fury, el director de SHIELD y la enigmática organización secreta, conocido en ciertos círculos como el rey súper espía y por alguna razón que nadie en Occidente entendía del todo bien, "cabeza de huevo estofado", apodado así en China.
Nick frunció el ceño al ver unos papeles. Estos documentos detallaban el progreso de uno de los proyectos más ambiciosos y altamente clasificados de SHIELD: la creación del primer Helicarrier.
¿Qué es un Helicarrier? Es o será una base aérea, pero no solo eso; el Helicarrier una vez completo, será una enorme fortaleza voladora diseñada para operar como un portaaviones móvil y autosuficiente, capaz de desplazarse por los cielos a velocidades impresionantes. Equipado con cuatro rotores gigantescos para la sustentación y potentes motores a reacción para el empuje, el Helicarrier albergará una flota de aviones de combate y naves de asalto.
Su cubierta superior funcionará en un futuro como una completa pista de aterrizaje y despegue, ocultando en su interior varios y sofisticados centros de mando, laboratorios de investigación, armerías y alojamientos para cientos de agentes.
Será toda una proeza de ingeniería, una base estratégica inexpugnable, la cúspide de la disuasión y el poder de SHIELD.
Eso es un Helicarrier.
Una vez que terminó de revisar los papeles, Nick se giró lentamente en su silla giratoria de cuero negro. La vista más allá de los paneles de vidrio que cubrían una de las paredes de su oficina era impresionante. El horizonte de Washington, D.C. se extendía ante él: el imponente Obelisco del Monumento a Washington, la cúpula del Capitolio a lo lejos y la masa verde del National Mall, todo bajo un cielo ligeramente nublado que prometía un día fresco.
El tráfico fluía por las avenidas distantes como ríos de metal, un mundo ajeno a las operaciones encubiertas que se gestaban bajo sus pies. En ese momento, se oyeron dos suaves golpes en la puerta metálica.
Y sin voltearse, Nick dijo con su voz grave y autoritaria: "Pase", al oír la autorización de su jefe, el Agente Davis entró. Cerró la puerta con cuidado tras él y se dirigió con determinación al escritorio de Fury.
"Señor Fury...", comenzó Davis, deteniéndose a una distancia respetuosa. "Soy el Agente Davis de Detección de Anomalías Digitales... Una miembro de mi equipo ha encontrado uno de los elementos que deben ser reportados...", el Agente Davis se mantuvo irguido, esperando a que su líder se dignara a girarse y mirarlo.
Nick Fury, al escuchar la importancia del descubrimiento, se giró en su silla con una gracia sorprendente para un hombre de su estatura. Juntó las manos sobre el escritorio y su único ojo sano, el derecho, inmaculado y agudo, se fijó en el agente Davis.
Un parche negro cubría el izquierdo, pero la intensidad de su mirada, llena de silenciosa atención, fue el único permiso que Davis necesitó para proseguir y comprendiendo la señal, Davis procedió rápidamente pero con voz serena: "Director, creemos haber encontrado un dragón en la Antártida..."
Mientras hablaba, Davis le pasó una memoria USB a Nick, quien la tomó con un movimiento fluido y respetuoso. "Como ya comenté, los restos fueron encontrados al sur de la Antártida por un grupo de documentalistas de pingüinos. Luego, estos informaron al respecto y la publicación fue subida hoy a las 9:37 a. m. por un equipo de paleontólogos. Desafortunadamente no supimos la noticia a tiempo, y gran parte de la población conoce la existencia de la criatura y al igual que nosotros, muchos han determinado la especie basándose en la forma de la base de los huesos"
En lo que el agente Davis daba su informe, Nick ya había conectado la memoria USB a su monitor principal. La imagen reconstruida del esqueleto se proyectó en la pantalla y, efectivamente, la figura que emergió del programa 3D era la de un dragón occidental grande, imponente y majestuoso.
Su cuerpo era de un blanco perlado, casi iridiscente, cubierto de escamas finas que insinuaban una textura suave y pulida, como si el mármol hubiera cobrado vida.
Poseía un cuello largo y elegante, ligeramente curvado, que culminaba en una cabeza grácil con un hocico alargado.
De su cráneo brotaban no solo dos, sino una corona de varios cuernos afilados, con un par más prominentes curvándose hacia atrás y otros más pequeños apuntando hacia arriba y a los lados, lo que le daba una apariencia majestuosa y amenazante.
Pequeñas púas o crestas recorrían la línea de su mandíbula y se extendían más pronunciadamente por la parte superior del cuello hasta el comienzo de su espalda, donde terminaban con menor tamaño. Sus ojos, en esta recreación digital, brillaban de un hermoso color naranja ámbar, pequeños puntos con una intensidad que contrastaban con la palidez de su piel.
Pero una de las características más impresionantes, sin duda, eran sus enormes alas membranosas, también de un blanco translúcido casi etéreo, que se extendían desde su espalda. La estructura ósea de las alas era claramente visible, con una especie de "mano" con garras en la unión con el cuerpo, y finos huesos que extendían la membrana hasta la punta, dándoles la apariencia de gigantescas velas.
Su cuerpo, aunque poderoso, parecía esbelto y aerodinámico, y una larga cola, adornada con una hilera de espinas grandes y afiladas a lo largo de su parte superior, terminaba en una serie de plumas o espinas alargadas y delgadas, lo que le daba un toque de distinción. La recreación lo mostraba en pose de vuelo, con sus cuatro patas musculosas y garras afiladas retraídas, listo para la acción.
En la pantalla, sin el contexto de nubes ni cavernas, el dragón se presentaba como una entidad tangible, una evidencia gráfica que desafiaba la realidad conocida.
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