Cherreads

Chapter 19 - El juicio que cambiará todo parte FINAL

Desde que llegué a este mundo, tuve que aprender a adaptarme.

Un lugar sacado de un cuento de hadas, donde la magia existe. Una nueva familia, un nuevo cuerpo… un nuevo nombre.

Mis padres —y los padres de mis padres— pasaron por muchas batallas. Por eso, el apellido Starwind es respetado por varios reinos.

Ahora era nuestro turno de llevar ese nombre aún más alto. Kai y yo teníamos esa misión: escalar hasta la cima, ganarnos el respeto de la academia, del reino… y del rey.

Mi idea de pasar desapercibido, para después demostrar de lo que somos capaces, parecía buena. Tantas novelas, mangas y animes que vi funcionaban así… ¿por qué no nosotros?

Que mi hermano y yo seamos prodigios viene de la herencia de nuestros padres. Creo que al reencarnar en este mundo no recibí ningún poder especial… o al menos, no lo he notado.

Los libros, la historia… todo apunta a una gran mentira. Las reglas que dicen que cada elemento tiene un solo rol… son falsas. Lo sé. Y eso me carcome.

Cada día que salgo y conozco este mundo, me doy cuenta de que está lleno de farsas, corrupción, gente falsa… hipócritas por todos lados.

Y lo que más me envenena: no hay ni un solo libro, nota o registro de alguien que haya llegado aquí por reencarnación. Estoy convencido de que no soy el único. Ni el primero. Ni el último.

Sueño con encontrar una grieta dimensional para regresar a mi mundo. Decirle a mi familia que estoy bien, que tengo otra familia aquí que me ama… y que gracias a ellos pude volver con los míos. Esas son las palabras que quiero decir algún día. Pero no encuentro nada.

Día tras día, semana tras semana, mes tras mes… y no hay ningún hechizo. ¿Crearlos? ¿Cómo? ¿Portales? Aquí no existen. Rezo para que, fuera de este reino, sí los haya… y que exista una forma de activarlos.

A veces recuerdo los rostros de mi familia… de ella… pero siempre me obligo a pensar que todo está bien. Aunque ya no puedo más. La desesperación por volver. La duda de si podré hacerlo. El bajón de no encontrar ni una sola pista…

Siempre estuve al límite. Buscando respuestas por mi cuenta, descubriendo incoherencias en este maldito mundo. Vi cómo hacen creer que cada elemento solo sirve para una cosa… ¿y yo tengo que decirles que es mentira? ¿Quién soy para darles algo tan valioso? ¿Quién me ha ayudado a mí?

¿Compartir información con este reino… cuando sé que algún día será gobernado por ese malnacido?

No, gracias.

Creí que todo iría bien en el torneo. Pensé que brillaríamos junto con nuestros camaradas.

Una victoria para los hermanos Starwind y su grupo. Eso imaginé.

Soñé con que un vórtice dimensional se abriría y me llevaría de vuelta a casa.

Pero no.

Ahora mismo… estoy entre la espada y la pared.

Esa misma noche, después de ganar en el segundo día, Amadeo vino a nuestra habitación con una espada envuelta. Era grande, pero al tomarla… resultaba increíblemente ligera. Le abrí la puerta, claro. Su voz temblaba, algo raro en él. Tomó asiento y dijo:

—Sé que tu espada está casi por romperse, Ash. Toma la mía. La compré a buen precio… y como ves, es muy liviana. Es un regalo. Para que ganemos —intentó sonreír.

Estaba nervioso, pero no le di importancia. Solo asentí.

—¡Muchas gracias! Mañana, sin importar quién sea el rival, lo aplastaremos.

Esas palabras no eran muy mías. Amadeo y Kai se miraron entre sí cuando me escucharon agradecer.

—Bueno, haha… que descansen. Estoy agotado —dijo, levantándose para irse.

Le devolvimos el saludo y cerramos la puerta.

Una decisión simple… pero fue nuestro gran error.

El combate que el maldito de Ardin nos había preparado… fue contra los mismos portadores del viento. El grupo que todos temían.

Nos sentíamos emocionados por la revancha. Subimos a la plataforma y, apenas dieron la señal, me lancé directo contra los tres. Nadie se lo esperaba.

Activé agua, fuego… y rayo. En cuestión de segundos, logré golpear a los tres a la vez.

Entonces, el rey detuvo el combate.

—¡Detengan todo! ¡Traigan esa espada… ahora! —ordenó, con una mirada helada.

Estuve a punto de hablar. De preguntar qué pasaba. Pero en cuanto le entregaron mi espada al rey, su rostro cambió.

—Esta arma está prohibida. Es un arma sagrada. Aquí están las runas del conjuro.

Me quedé helado. No entendía nada. Volteé hacia Amadeo, intentando decirle con la mirada: "¿Qué demonios hiciste…?"

Él solo agachó la cabeza.

Entonces… trajeron a dos estudiantes, gritando con desesperación:

—¡Lo siento, mi rey! ¡Pero Ash nos obligó!

—¡Sí! ¡Nos amenazó con rompernos los huesos si no lo ayudábamos!

¿¡Qué carajos estaban diciendo!? No entendía nada.

Pensé que al menos me pedirían mi versión. Que me dejarían explicarme. Pero no… todo ya estaba decidido.

Vi a Ardin susurrarle algo al oído a su padre. Sonreía. Sonreía como si se hubiera salido con la suya.

Y ahí… exploté.

—¡Ash Starwind, por romper las reglas del torneo, queda eliminado! ¡El grupo rival avanza! —sentenció el rey.

No lo podía creer.

El mundo… se me vino abajo.

Los gritos del público eran ensordecedores:

—¡TRAMPOSOS!

—¡QUÉ VERGÜENZA!

—¡FUERA DE LA ACADEMIA!

Las chicas gritaron que era injusto. Que nosotros no habíamos hecho nada. Pero no sirvió de nada.

Solo miré a dos personas entre la multitud.

A mi hermano…

Y al héroe Ezra… que no hizo nada. Solo observaba. Inmóvil.

—¡Váyanse al carajo! —grité con todas mis fuerzas, haciendo que todos enmudecieran.

—¡Todo es culpa de él! —señalé a Ardin—. ¡Se cree el dueño de todo! ¡Se esconde detrás de su padre! ¿Por qué no enfrentas las cosas de frente, cobarde?

No aguanté más. Avancé hacia él, con los puños cerrados.

—¿Crees que vas a detenerme con tus amenazas? ¿Crees que esto se acaba aquí?

El rey se levantó de golpe. Pensé que intentaría calmarme. Que alguno de los profesores o Ezra intervendría.

Pero no.

Gritó con furia:

—¡Cállate y no des ni un paso más! ¿¡Cómo te atreves a insultar a mi hijo!? Después de esto, lo mínimo es expulsarte. Agradece que tus padres sirvieron a este reino. Agradece el apellido que llevas. ¡Te expulso de la Academia ArcanoBlade! ¡Ya no perteneces aquí! Y agradece… que no te mate, niño.

Me quedé en silencio.

—Y no quiero oír una sola palabra más. ¡Fuera de mi vista! ¡Continúen el torneo! ¡No quiero verlo aquí nunca más!

Todo pasó rápido. Simplemente… me echaron.

Ya no pertenecía a la academia.

Me retiré sin mirar atrás, con mis amigos siguiéndome a la distancia.Fui a alistar mis cosas y me dirigí hacia la salida.No podía regresar a la casa de mis padres.Ya no tenía acceso a los libros de la biblioteca.Había manchado el apellido Starwind.

Escuchaba gritos a lo lejos.Cuando logré enfocar la vista…Eran ellos.Venían corriendo para despedirse.

—Hay algo que Amadeo tiene que decirte… —dijo Aurora, jadeando.

Su comentario me dejó pensativo.Solo me acerqué a él… y le dije, con voz cansada:

—Tranquilo. Ya pasó.

No tenía ganas de gritarle. Ni de golpearlo.Todo ya había ocurrido.¿Para qué perder el tiempo en odio?

—Ardin vino a mi cuarto con los demás… —empezó Amadeo, temblando—. Me amenazó con expulsarme. Dijo que haría que mis padres perdieran la casa… y que los acusaría de traición.Lo siento mucho, Ash. De verdad.Puedes odiarme. Puedes golpearme ahora mismo… pero lo siento.

—Hiciste lo correcto. En tu lugar… habría hecho lo mismo.Descuida. Tienes un futuro por delante.

Las chicas se unieron a la conversación.

—Tú me preguntaste si conocía a Ardin… ¿era por esto, verdad? —dijo Aurora—. Sabías que él manipulaba el torneo… ¿por qué no nos lo dijiste?

—Escúchame, Aurora.No quería meterlas en este lío.Y funcionó.El castigo lo recibí solo yo.

—¡Pero ya no podrás estudiar! —intervino Lili—. Tienes que hablar con el rey. O… mejor aún, hablar todos juntos y contarle que su hijo es quien está amenazando a todos. ¿No creen?

—No, Lili. No pienso volver.

Todos siguieron hablando, buscando ideas para que pudiera regresar.Pero yo sabía que era en vano.

Ya no quería volver.Las miradas. Los gritos. La injusticia…

Supe en ese momento que esa academia era una basura.Lo mejor era alejarme de todo eso.

Los escuché con atención… y luego los silencié.Les di un abrazo a cada uno.

—Nos volveremos a ver —les dije, tomando mis maletas.

No pregunté por Kai.Sabía que estaba dolido.Pero era lo que había.

Si él lograba poner en alto nuestro apellido… estaría orgulloso de él.

Cuando estaba por llegar a la plaza…Vi a alguien con el mismo uniforme de la academia.Estaba sentado al lado de una maleta.

Entrecerré los ojos para ver mejor.Vaya sorpresa…

Era Kai.

Me acerqué, molesto.

—¿Qué te pasa, Kai? ¿Qué haces aquí? ¡Vuelve a la academia!

—No.

—Tienes que usar todo tu poder, demostrar de qué estamos hechos. Aún tienes oportunidad. ¡Vamos!

—No.

—¿Qué rayos te pasa?

Me senté a su lado, agotado por la caminata.Y entonces habló:

—Somos uno solo, ¿no?Donde tú vayas… yo estaré.Porque juntos… somos los más fuertes.De nada me sirve estar en ese lugar si tú no estás, hermano.Mejor busquemos nuestra propia aventura…Y hagamos que el apellido Starwind sea conocido por todo el mundo.

Mi mente brilló.Mis ideas explotaron.Al decir "aventura", todo se volvió claro:

El gremio de aventureros.

¡Era el lugar perfecto para empezar de cero!

—¡Hermano, me acabas de dar una idea! —exclamé.

Me levanté y lo abracé.Kai empezó a saltar de emoción cuando le hablé del gremio de este reino.

Una forma de ascender rápido.De ser conocidos.De forjar nuestro propio camino.

Mi historia aún no termina.

La academia no era para mí…

Pero el gremio…Ese sí puede ser mi verdadero comienzo.

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