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Chapter 46 - Capitulo 46

*THYRA*

Desperté lentamente, sintiendo una pesadez en mi cuerpo, como si estuviera atrapada en una densa niebla. Mi respiración estaba algo agitada, pero el dolor que había experimentado antes ya no estaba allí. Fue como si alguien hubiera retirado una capa de tensión y malestar, dejándome con una sensación de alivio que casi no podía creer.

Intenté moverme, pero el peso de mi cuerpo parecía no estar en sincronía con mi mente, como si todo estuviera pidiendo tiempo para adaptarse a la nueva realidad. Mis manos, temblorosas al principio, buscaron instintivamente mi abdomen. Cuando mi palma tocó la piel, mi primera reacción fue de incredulidad. No había nada. Ningún dolor. Ningún hueco. La herida… estaba completamente cerrada. Mi mente tardó un momento en procesarlo, como si necesitara confirmar que no estaba soñando.

Solté una risa, una risa suave pero sincera, que salió de mí con una mezcla de alivio y sorpresa. "Vale la pena", murmuré entre dientes, tocando la cicatriz que ya no era una herida abierta. "Todo ese dolor, valió la pena."

Recuerdo perfectamente el tormento que sufrí, el dolor desgarrador mientras Harak trataba de cerrarla. Aquella agonía había sido indescriptible, como si todo mi cuerpo estuviera siendo desgarrado y reconfigurado al mismo tiempo. Pero ahora, en este momento, todo eso parecía un suspiro lejano. La sensación de estar completa, de estar sanada, era un regalo que no había anticipado.

Me dejé caer de nuevo sobre la cama, mis ojos cerrados, pero mi mente trabajando. ¿Qué pasará ahora? Lo que Harak había hecho fue solo la primera parte. La estabilización de mi energía aún estaba pendiente, y aunque mi cuerpo ya no gritaba de dolor, sentía que aún había mucho por hacer. El poder que sentía dentro de mí estaba reprimido, esperando el momento adecuado para liberarse, pero algo me decía que ese momento no era ahora.

Sonreí de nuevo, más tranquila, mientras mis manos descansaban sobre la cama.

Me encontraba perdida en mis pensamientos, reflexionando sobre todo lo que había sucedido hasta ahora, cuando finalmente recobré por completo la noción de mi entorno. Inspiré profundamente y, con algo de esfuerzo, me levanté de la cama. Mi cuerpo estaba pesado, pero sin duda estaba en mejor condición que cuando llegué. La herida en mi abdomen ya no dolía, pero los efectos del cansancio aún se sentían como un lastre.

Mientras me ponía de pie, un destello de recuerdo atravesó mi mente. Se suponía que los miembros de la facción habían organizado una celebración por el regreso del consejal y mi llegada. Miré hacia la ventana y noté el brillo anaranjado del sol ascendiendo en el horizonte. ¿Había dormido tanto tiempo? ¿Dormí todo el día y toda la noche? ¿Me perdí la celebración? Una leve sensación de fastidio me invadió, aunque pronto me convencí de que era lo mejor. No tenía la energía suficiente para sonreír y fingir interés en formalidades.

Instintivamente, llevé mi mano al rostro para limpiarme las lagañas, solo para encontrar que mi máscara seguía puesta. Por un momento, me quedé inmóvil. El consejal no había mentido: nadie había tratado de quitármela mientras dormía, ni siquiera Harak, que estuvo tan cerca de mí durante el proceso de curación. Curioso... tal vez esta gente realmente respeta más de lo que aparentan, pensé, ajustando la máscara ligeramente para asegurarme de que seguía cómoda.

Suspiré y abrí la puerta de la habitación, observando con detenimiento los pasillos vacíos frente a mí. No tenía idea de dónde estaba nadie, ni mucho menos dónde podría encontrar al consejal. Con paso lento pero firme, comencé a caminar, dejando que mis instintos me guiaran.

Tras recorrer algunos pasillos y bajar un par de escaleras, llegué a un cruce entre dos edificios. Me detuve un momento, intrigada por el diseño del complejo. Era enorme, mucho más grande de lo que había imaginado al llegar. En el nivel en el que me encontraba, un puente conectaba ambos edificios, y al pasar por él, mi atención fue capturada por el panorama que se desplegaba ante mí.

Desde allí, podía ver gran parte del complejo de la facción. Era impresionante. Edificios altos y robustos rodeaban una amplia zona central, llena de actividad incluso a esa hora. A lo lejos, noté movimiento: un grupo de personas entrenando en un área abierta. Sus movimientos eran precisos, coordinados. Soldados, pensé, observándolos con cuidado. Sin embargo, no parecían ser los líderes. Su postura y la forma en la que seguían órdenes indicaban que eran reclutas o miembros comunes de la facción.

A pesar de todo, había algo en esa escena que me inquietaba. Tal vez era el hecho de que todo parecía funcionar de manera tan meticulosa, como una máquina bien aceitada. Esa clase de disciplina me recordaba demasiado a otros lugares en los que había estado... y no todos eran recuerdos agradables.

Sacudí la cabeza, apartando los pensamientos que comenzaban a nublar mi mente. Concéntrate, Thyra. Mi prioridad era encontrar al consejal. Si alguien tenía respuestas para mí o podía darme alguna guía sobre qué hacer ahora, era él. Con un último vistazo al grupo de entrenamiento, me giré y seguí caminando por el pasillo, esperando que el destino me llevara a donde debía estar.

Mientras seguía caminando por los pasillos, dejando que mis pies me guiaran, llegué a un patio despejado. No había nadie allí, solo un pequeño oasis natural rodeado de árboles y flores que crecían de manera armoniosa, como si aquel lugar hubiese sido moldeado por el tiempo mismo y no por manos humanas. El aire era fresco y suave, con una fragancia sutil que parecía calmar mi mente. Sin darme cuenta, un peso invisible que llevaba encima desde hacía días comenzó a disiparse poco a poco. Mi cuerpo aún estaba agotado, pero el cansancio se sentía más llevadero.

Respiré profundamente, dejando que la tranquilidad del lugar me envolviera. Me quedé allí un momento, inmóvil, apreciando el silencio. Sin embargo, esa paz no duró mucho.

"Vaya, por fin despiertas."

La voz femenina, firme pero ligeramente burlona, sonó detrás de mí. Me tensé al instante y giré para enfrentar a quien hablaba.

Allí, al borde del patio, estaba una mujer alta y de porte imponente. Su cabello oscuro caía en cascada sobre sus hombros, y sus ojos me miraban con una mezcla de curiosidad y evaluación. Pero no fue su apariencia lo que llamó mi atención. Fue su aura.

Era como un torrente de energía pura que parecía contenerse a duras penas. Su mana era casi palpable, tan denso y dominante que, por un momento, sentí mi propio poder retroceder ante el suyo. No había duda: esta mujer era uno de los líderes de la facción.

La mujer me miró y en sonrió dulcemente "dormiste una semana entera, querida, parece que estabas demasiado exhausta."

"¿Una semana...?" murmuré, más para mí que para ella. La idea de haber estado dormida tanto tiempo me descolocó. Había supuesto que solo habían pasado unas horas, tal vez un día, pero una semana...

"Así es," confirmó la mujer, cruzándose de brazos mientras me examinaba. "Tu cuerpo estaba al borde del colapso. Lo que Harak hizo por ti fue impresionante, pero no pensaste que te recuperarías de inmediato, ¿verdad?"

No respondí. Mis ojos aún estaban fijos en ella, intentando analizarla. Había algo en su postura, en la manera en la que me miraba, que me hacía sentir como si estuviera siendo juzgada.

"Soy Nyssa," dijo, inclinando ligeramente la cabeza en un gesto de saludo. "Supongo que ya te diste cuenta, pero soy uno de los líderes de esta facción. Me pidieron que te echara un vistazo mientras dormías, pero Harak insistió en que te dejara descansar. Al parecer, tenía razón."

"Thyra," respondí simplemente, sin quitarle la vista de encima.

Ella sonrió, aunque había algo afilado en esa sonrisa. "Oh, lo sé. Todos aquí saben quién eres. Aunque, debo admitir, esperaba un poco más de... dramatismo para alguien que ha causado tanto revuelo últimamente."

Sus palabras no me sorprendieron. Era lógico que todos los líderes de la facción estuvieran al tanto de mi presencia, especialmente considerando lo que había sucedido en los últimos meses. Sin embargo, su tono me molestó ligeramente.

"Bueno," continuó Nyssa, girándose para caminar lentamente alrededor del patio, "pareces estar en condiciones decentes, considerando lo cerca que estuviste de morir. Supongo que eso es mérito tanto de Harak como tuyo. Esa fuerza tuya... es interesante. Peligrosa, pero interesante."

"¿Peligrosa para quién?" pregunté, levantando una ceja.

Ella se detuvo y me miró directamente. "Para cualquiera que no esté preparado para enfrentarte, incluido tú misma."

Su respuesta fue directa y sin rodeos, pero había una verdad en ella que no podía ignorar. Nyssa sabía lo que decía, y su presencia me hacía pensar que su experiencia no era algo para tomar a la ligera.

"El consejal te espera," dijo finalmente, señalando hacia uno de los edificios más grandes en la distancia. "Pero, si quieres mi consejo, tómate un momento para adaptarte antes de volver a involucrarte en todo esto. Has sido lanzada a un torbellino desde que llegaste aquí, pero eso no significa que debas apresurarte a demostrar algo. El tiempo es un lujo que deberías aprender a aprovechar, Thyra."

La observé por un momento, intentando descifrar sus intenciones, pero no había malicia en sus palabras, solo una advertencia velada. Después de un instante de silencio, decidí que no perdía nada con preguntar.

"Nyssa," llamé antes de que se alejara del todo.

Se detuvo y giró ligeramente la cabeza hacia mí, su ceja arqueada en señal de curiosidad.

"¿Hay algún lugar aquí donde pueda meditar o relajar mi cuerpo? Después de lo que pasó... necesito despejar mi mente antes de hacer cualquier otra cosa."

Por un momento, pensé que iba a burlarse de mi solicitud, pero en lugar de eso, una pequeña sonrisa se formó en su rostro. Era una sonrisa que parecía aprobar mi decisión.

"El sauna es el mejor lugar que encontrarás en el complejo para eso," respondió, girándose completamente hacia mí. "Te ayudará a aliviar la tensión en tu cuerpo y calmará tu mente. Harak insistió mucho en que necesitas cuidar tu estado físico y mental si vas a estabilizar tu energía. Este sería un buen comienzo."

Con un movimiento fluido, extendió su mano hacia el interior del edificio, señalándome que la siguiera.

"Ven, te mostraré el camino. Es un lugar que pocos usan, pero quienes lo hacen siempre salen como nuevos."

Seguí su gesto, caminando detrás de ella mientras atravesábamos un pasillo que parecía más antiguo y menos transitado que los demás. La iluminación era tenue, con apenas algunas lámparas incrustadas en las paredes de piedra que proyectaban un brillo cálido y suave. A medida que avanzábamos, sentí cómo el aire se hacía más cálido y húmedo, un contraste con el frío matutino que había sentido al despertar.

Nyssa caminaba con calma, su postura relajada pero firme, como alguien que estaba completamente en control de sí misma y del entorno. Me mantuve en silencio mientras me guiaba, observando los detalles del lugar. Aunque el complejo de la facción del consejal era vasto, este rincón parecía diseñado para ofrecer un refugio del caos y las responsabilidades del mundo exterior.

Finalmente, llegamos a una puerta de madera pesada con grabados intrincados que parecían formar patrones naturales: ramas, hojas y ondas que daban la sensación de estar entrando en un santuario. Nyssa la abrió con facilidad, dejando escapar una bocanada de vapor cálido que acarició mi rostro.

"Adelante," dijo, inclinando la cabeza hacia el interior. "El sauna está al fondo. Hay toallas y agua si las necesitas. Tómate tu tiempo. Este lugar no tiene reglas ni horarios, así que úsalo como mejor te parezca."

"Gracias," murmuré, sinceramente.

Nyssa asintió, y por un momento, parecía que iba a marcharse, pero luego se detuvo y me miró directamente.

"Thyra," comenzó, su tono más serio que antes. "Harak hizo su parte cerrando tus heridas, pero estabilizar tu energía dependerá de ti más que de nadie. Relajar tu cuerpo es el primer paso, pero dominar tu energía... eso requerirá más que fuerza física. Si realmente quieres superar esto, tendrás que enfrentarte a lo que sea que está en tu interior."

Sus palabras resonaron en mí, pero no respondí. Simplemente la observé mientras se giraba y se alejaba por el pasillo, sus pasos resonando suavemente contra el suelo de piedra.

Cuando desapareció de mi vista, me volví hacia el interior del sauna. El ambiente cálido y húmedo era reconfortante, y la luz suave que se filtraba a través del vapor creaba una atmósfera casi irreal. Me quité la máscara y la dejé junto a la puerta, sintiendo cómo el calor envolvía mi rostro por primera vez en lo que parecían meses.

Caminé lentamente hacia el fondo, donde unas bancas de madera estaban dispuestas en diferentes niveles. Me senté en la más baja, dejando que mi cuerpo se hundiera en la calidez del lugar.

El vapor comenzó a trabajar en mí casi de inmediato, relajando mis músculos tensos y aliviando el peso que parecía haber cargado durante tanto tiempo. Cerré los ojos y dejé que el silencio y el calor me envolvieran. Era un momento de calma que no había tenido en semanas, tal vez meses.

Mientras el sudor comenzaba a recorrer mi piel, sentí algo más que simple alivio físico. Era como si la energía dentro de mí, esa fuerza desestabilizada que había estado causando tanto caos, también estuviera empezando a calmarse, aunque solo un poco.

Por primera vez en mucho tiempo, me permití bajar la guardia. No sabía cuánto tiempo pasé allí, pero el peso que cargaba se sentía más ligero con cada minuto que pasaba. Tal vez, pensé, Nyssa tenía razón. Este era el primer paso.

Mientras estaba sumergida en mis pensamientos, un grito resonó en el sauna, rompiendo la calma del momento.

"¡Oh, eres la nueva patrocinada!"

Me exalté de inmediato, y sin pensarlo, solté un golpe que impactó directamente en el rostro de una mujer joven que acababa de entrar.

El golpe resonó con fuerza, y la mujer que lo recibió retrocedió tambaleándose mientras se sobaba el rostro con ambas manos. Yo me quedé paralizada, completamente en shock. Mi puño seguía alzado, como si mi cuerpo no hubiera procesado del todo lo que acababa de hacer.

"¡Oh, por los cielos! ¡Lo siento muchísimo!" exclamé, bajando mi brazo de inmediato. Di un paso hacia ella, mi voz temblorosa y mi rostro encendido de vergüenza. "No quise hacer eso. ¡De verdad lo siento! No fue intencional... Es que me sorprendiste..."

La joven, aún sobándose el rostro, dejó escapar un leve quejido antes de mirarme con los ojos entrecerrados. "Vaya forma de dar la bienvenida... No esperaba que fueras tan rápida. Ni tan fuerte..."

"¡No fue mi intención! ¡Te juro que no lo fue!" repetí, inclinándome hacia ella mientras buscaba desesperadamente algo con lo que ayudarla. "¿Estás bien? ¿Te duele mucho? ¡Yo... yo no sabía que alguien estaba aquí!"

"Bueno, claramente..." murmuró ella, con un tono que estaba entre la queja y la risa. A pesar de la fuerza del golpe, parecía más sorprendida que realmente herida. Sus dedos seguían presionando la parte izquierda de su rostro, donde probablemente había comenzado a formarse un moretón.

Me mordí el labio, sintiéndome aún peor al ver las marcas de mi imprudencia. Mientras me disculpaba una y otra vez, me di cuenta de algo que me hizo congelarme: mi rostro estaba completamente descubierto.

Mi mano voló hacia mi cara de inmediato, palpando la piel desnuda donde normalmente descansaba mi máscara. La sensación de vulnerabilidad fue como una ola helada que recorrió mi cuerpo. Me giré rápidamente, tomando una de las toallas que estaban colgadas cerca, y me la envolví alrededor de la cabeza y el rostro, pudiendo ver atravez de la toalla en su rostro.

"Esto... Esto no está pasando..." susurré para mí misma, mi corazón latiendo con fuerza.

La joven me observó con curiosidad mientras seguía sobándose la cara. "¿Por qué te tapas así? No es como si fuera a juzgarte por tu rostro."

"Es... complicado," murmuré, evitando su mirada.

Ella dejó escapar una risa suave y bajó las manos, finalmente dejando de sobarse. Su rostro tenía un ligero enrojecimiento en la mejilla izquierda, pero no parecía tan grave como había temido.

"Bueno, al menos me diste algo interesante para contarle a los demás," dijo con una sonrisa ladeada. "Soy Kira, por cierto. ¿Tú eres la nueva patrocinada del consejal, verdad?"

Suspiré profundamente, tratando de calmarme mientras ajustaba la toalla para cubrir mejor mi rostro. "Sí... Soy Thyra."

"Vaya, Thyra," continuó Kira, inclinando la cabeza como si estuviera evaluándome. "Con un golpe como ese, ahora entiendo por qué causaste tanto revuelo cuando llegaste. Aunque deberías trabajar en controlar tus reflejos..."

"Lo siento," repetí nuevamente, bajando la cabeza. "No estoy acostumbrada a que la gente aparezca de repente. Fue un acto reflejo."

Ella soltó una carcajada suave y se cruzó de brazos, como si ya hubiera olvidado el golpe. "No te preocupes, ya he recibido cosas peores. Aunque, debo admitir, tienes un buen derechazo. ¿Te entrenaron para eso?"

"No exactamente," respondí, encogiéndome de hombros.

Kira asintió, aparentemente satisfecha con mi respuesta, y señaló hacia la puerta del sauna. "Bueno, no quiero interrumpir más tu momento de relajación. Pero si necesitas algo, estaré por aquí. Solo... intenta no golpearme otra vez."

La forma en que lo dijo, con una sonrisa juguetona, hizo que me relajara un poco. Asentí, agradecida de que no estuviera molesta por lo ocurrido.

"Gracias, Kira," dije en voz baja mientras ella comenzaba a alejarse.

"De nada, nueva patrocinada," respondió antes de salir del sauna, dejándome sola nuevamente con el vapor cálido y el silencio.

Me dejé caer en la banca otra vez, soltando un largo suspiro. El golpe, el descubrimiento de mi rostro, el encuentro con Kira... Todo había sucedido tan rápido que sentía mi mente revolviéndose.

"Bueno," murmuré para mí misma, con una risa nerviosa. "Eso fue... vergonzoso."

Volví a acomodarme, intentando recuperar la calma. A pesar de lo ocurrido, sentí que Kira no me juzgaba, y eso me daba un pequeño respiro de alivio.

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