Cherreads

Chapter 32 - Capitulo 32

*THYRA*

Sentía esa mirada nuevamente, penetrante, algo pesada, como si alguien estuviera observándome con intensidad. No era algo que sucediera con frecuencia, y me resultó algo inquietante. Miré disimuladamente hacia uno de los palcos, hacia un área que parecía estar más apartada que el resto. Allí, detrás del vidrio, podía ver a una figura que me miraba directamente a los ojos, sin que pudiera apartar su mirada. Era una sensación extraña, como si pudiera sentir la intrusión de esa observación.

Mi mente no podía evitar preguntarse quién podría ser. La última vez que sentí esa misma presencia fue tres días atrás, después de mi victoria en la fase dos, durante la batalla grupal. Al principio, había pensado que era solo una sensación momentánea, pero ahora, al ser la segunda vez, algo me decía que esa persona había estado siguiendo mis movimientos de cerca, esperando el momento adecuado.

Aedric, que aún caminaba a mi lado, notó que mi atención se desvió por un instante. "¿Qué sucede? ¿Te pasa algo?" me preguntó, al parecer preocupado por mi expresión pensativa.

"Es nada," respondí con una leve sonrisa, intentando no preocuparlo. "Solo… algo extraño. No pasa nada."

Aedric me miró un momento con cautela, como si no creyera completamente mi respuesta, pero decidió no insistir más. Volvió su atención a las instrucciones sobre la tercera fase, que ahora eran más detalladas y complejas. La competencia de la jornada estaba por llegar a su punto más alto, y todos sabíamos que la fase final sería una prueba definitiva.

Regresé mi mirada a la arena, tratando de concentrarme en lo que venía, pero la sensación de ser observada persistía. El extraño deseo de saber quién estaba detrás de esa mirada se apoderó de mí por completo. Sin embargo, en ese momento, tenía que mantener mi enfoque. Sabía que la tercera fase requeriría todo mi poder y control. No era el momento de distraerme con pensamientos que no me ayudaban a avanzar.

"Todo se resolverá pronto," murmuré para mí misma, mientras me preparaba mentalmente para lo que estaba por venir. Pero, sin duda, una parte de mí seguía inquieta por la presencia de esa mirada persistente.

Mientras nos acomodábamos en nuestros lugares, el ambiente comenzó a cambiar de una manera que me hizo sentir aún más nerviosa. Las paredes y el techo comenzaron a moverse, como si fueran paneles que se deslizaban, revelando un espacio mucho más grande de lo que había imaginado. Un Coliseo aún más vasto se desplegó ante nosotros, con gradas que parecían infinitas y llenas de personas. Los gritos y vítores de la multitud se elevaron en el aire, el sonido ensordecedor de la emoción de los espectadores era casi palpable. Podía sentir la tensión acumulada en el ambiente, y mi corazón latió con más fuerza ante la magnitud de lo que estaba por suceder.

El referí comenzó a flotar sobre una plataforma elevada, en el centro de la arena, su presencia parecía captar la atención de todos al instante. Con una voz que resonó por todo el estadio, comenzó a decir algunas palabras, aunque no pude evitar notar que parecía más preocupado por crear expectación que por realmente explicar lo que sucedería. Su entusiasmo era evidente, y su energía era contagiante, pero sentí que había algo innecesario en su discurso, un intento por llenar el tiempo mientras se preparaban para la verdadera acción.

"¡Bienvenidos a la tercera fase!" exclamó, su voz retumbando en cada rincón. "Este es el evento de ascenso más importante del año, ¡y este año es el más épico de todos! ¡Hoy, algunos de ustedes tendrán la oportunidad de ascender, de ganar prestigio, y de entrar a la élite de los mejores luchadores del continente! ¡Este es un evento que marcará el futuro de muchos! ¡Vamos a ver quién tiene lo necesario para llegar al siguiente nivel!"

Su voz se perdió entre los vítores del público, que parecía estar completamente sumido en la emoción. No podía escuchar con claridad lo que decía después, pero no necesitaba escuchar cada palabra. Sabía lo que esto significaba: la oportunidad para todos los participantes de obtener el reconocimiento que merecían, el ascenso a un nivel más alto. Podía sentir la presión sobre mis hombros, pero algo dentro de mí me dijo que esta era la oportunidad perfecta para demostrar lo que valía, para mostrar que mi poder no tenía límites.

Me sentí más centrada, mis nervios transformándose en determinación. El referí continuaba hablando, pero ahora solo era un ruido de fondo mientras me concentraba en mi próximo movimiento. Los ojos del público, los ojos del consejo, todos estaban sobre mí. Y no podría defraudarlos.

Los participantes, incluido yo misma, comenzamos a movernos hacia nuestras posiciones de inicio. El referí terminó su discurso con un gesto dramático, señalando la arena con la mano. La multitud estalló en vítores nuevamente, y el evento estaba a punto de comenzar.

El referí, aún flotando sobre su plataforma, hizo un gesto amplio con la mano, señalando a los dos primeros participantes que serían llamados. La multitud se quedó en silencio por un momento, todos expectantes, sus ojos fijos en el centro de la arena, donde dos figuras se preparaban para entrar. Los primeros competidores, que ya habían sido llamados, avanzaron hacia la arena mientras las gradas se llenaban de vítores y gritos de emoción. Podía sentir la tensión en el aire mientras los dos luchadores se posicionaban en la arena, listos para lo que estaba por suceder.

"¡Las reglas son claras!" El referí volvió a hablar, su voz resonando por todo el coliseo, llenando cada rincón. "¡Esta es la fase de ascenso, la oportunidad para cada uno de ustedes de demostrar su verdadera fuerza! ¡Usen sus habilidades al máximo, no se contengan! Este es el momento en que se decidirá quién merece ascender a un rango superior. ¡No hay restricciones, no hay límites! ¡Las heridas no importan, nuestros mejores magos y médicos están listos para intervenir en cualquier momento si las cosas se ponen críticas! ¡Así que den todo lo que tienen, y que se vean quiénes son los verdaderos luchadores de este continente!"

Las palabras del referí resonaron con fuerza, y una ola de entusiasmo recorrió la arena. Los luchadores miraban alrededor, ajustándose a la magnitud de lo que estaba por suceder. Para algunos, esta era la oportunidad que habían esperado toda su vida, un paso hacia la fama, el poder, y el reconocimiento. Para otros, era una prueba brutal de lo que realmente valían.

Miré a mi alrededor, observando a los otros competidores con atención. Cada uno de ellos tenía algo que los hacía peligrosos, ya fuera por sus habilidades, su estrategia o su fuerza bruta. Sabía que no sería una pelea fácil, pero eso solo aumentaba mi determinación. No solo quería ganar, quería mostrarles lo que realmente podía hacer.

Mi atención se centró de nuevo en el centro de la arena. Los primeros luchadores ya habían comenzado a moverse, demostrando habilidades impresionantes, corriendo y esquivando con destreza, lanzando hechizos y atacando con una velocidad impresionante. Las gradas rugían con emoción mientras los dos competían con todo lo que tenían, desatando su poder en la arena.

Me sentí un poco distante de todo eso, observando desde el borde, esperando mi turno. Aedric aún no había sido llamado, y yo tampoco. Pero estaba clara en lo que debía hacer, y era dar todo de mí cuando llegara mi momento.

En cuanto me llamaran, sabía que la arena se transformaría en mi escenario.

Mientras observaba a los dos luchadores, mi mente se fue a un estado casi analítico. Cada uno de sus movimientos, cada hechizo que recitaban, no solo era un despliegue de habilidad, sino también de la intención detrás de ellos. Era claro que ambos luchadores estaban acostumbrados a luchar con todo lo que tenían, pero había algo más en su forma de actuar. Algo que me recordaba a mi propio entrenamiento, a la manera en que me había enfrentado a enemigos en el pasado.

Uno de los luchadores, un hombre alto de cabello rubio y ojos intensos, comenzó a recitar un hechizo. Un cántico profundo, casi gutural, que se transformó en una onda de energía que se desplomó contra el suelo. Al instante, el aire alrededor de él se llenó de calor, y una gran bola de fuego apareció en sus manos, la cual lanzó hacia su oponente con una velocidad aterradora. La explosión que siguió iluminó toda la arena, haciendo que la multitud estallara en vítores y gritos.

Su oponente, una mujer de cabello oscuro y mirada decidida, reaccionó de inmediato. No hubo miedo en sus ojos, solo concentración. Su cuerpo se movió con una agilidad que muchos en la arena no habrían podido seguir. Ella recitó un hechizo propio, un canto que hizo que la tierra misma temblara, creando una barrera de piedra que bloqueó la bola de fuego antes de que pudiera alcanzar su objetivo. La piedra se resquebrajó por el impacto, pero ella estaba ilesa.

La mujer luego avanzó hacia el hombre, su lanza deslumbrando con una luz plateada. Con movimientos precisos y peligrosos, atacó, buscando cada oportunidad para perforar la defensa del hombre. Cada uno de sus ataques era como una danza mortal, su lanza cortando el aire con una precisión que solo los luchadores más experimentados podrían igualar. Sin embargo, el hombre no se quedó atrás, esquivando y respondiendo con golpes de su propia espada, utilizando su fuego para reforzar sus ataques y hacerlos aún más destructivos.

Pude sentir la potencia de ambos, y un pensamiento cruzó por mi mente: *A este nivel, son casi tan peligrosos como Darien*. Si hubiera tenido el mismo nivel que en el pasado, incluso ellos habrían sido rivales formidables. Darien, el heredero de la casa Almaric, siempre había sido alguien digno de respeto y temor, un guerrero con habilidades excepcionales, pero ahora, observando esta lucha, algo se volvía claro. Yo era más fuerte que antes.

Cuando todo sucedió, cuando el combate alcanzó su punto máximo, y vi las explosiones de magia y energía invadir la arena, me di cuenta de algo. Las habilidades que estos luchadores poseían, aunque impresionantes, palidecían en comparación con lo que yo podría hacer ahora. La fuerza que había ganado, la habilidad que había perfeccionado a través de las experiencias que viví, ahora me ponían en un nivel completamente diferente al de cualquier persona en esta arena.

Mientras veía cómo los luchadores continuaban su batalla, me sentí más segura de lo que estaba por venir. Si estos dos podían hacer todo eso, entonces yo también podía hacer mucho más.

Después de una caótica batalla, larena quedó en silencio por un momento, mientras la multitud asimilaba lo que acababa de ocurrir. La mujer, victoriosa pero claramente exhausta, se detuvo a un costado de la arena, observando al hombre caído mientras los médicos se apresuraban a asistirlo. Su cuerpo estaba cubierto de heridas, su rostro marcado por la brutalidad del combate, y su respiración era irregular. El silencio fue roto por los murmullos de la multitud y el estrépito de los médicos, que trabajaban rápidamente para estabilizarlo.

Aedric se acercó a mí, su rostro reflejaba una mezcla de preocupación y duda. "No sé... Tal vez no esté del todo listo para ese nivel de lucha", dijo, mirando con nerviosismo la escena de los médicos trabajando sobre el hombre herido. Su voz temblaba ligeramente, como si tratara de procesar lo que acababa de ver.

Yo lo observé con calma, mi mirada fija en la mujer que había ganado, una guerrera cuya habilidad y destreza habían sido impresionantes. No pude evitar pensar que la batalla entre ella y el hombre herido había sido una de las más intensas que había presenciado. Sin embargo, mi voz sonó tranquila cuando respondí: "No todos pueden tener ese nivel. La experiencia es lo que los hace así. Es claro que ellos dos ya tienen años en este tipo de lucha, y eso se nota."

Aedric asintió lentamente, su mirada aún fija en los dos luchadores que se habían enfrentado. "Sí, es cierto. Tienes razón. Se puede ver en la forma en que se movían, en la precisión de sus ataques. La edad les da esa ventaja."

Miré nuevamente a la mujer que había ganado. Aunque su victoria había sido clara, su energía se mostraba aún contenida, como si estuviera reservando algo más, algo mucho más grande. Algo que yo, sin duda, podría entender. No era solo fuerza física lo que había demostrado, sino también experiencia, astucia y control.

"Tal vez sea así", respondí en voz baja, casi para mí misma. "Pero yo también sé lo que se siente ser más joven y estar a punto de alcanzar algo mucho más grande." Mi mente recordó la vez en que me enfrenté a desafíos mucho mayores que yo, pero logré superarlos gracias a mi determinación.

La pelea había terminado, pero lo que realmente me sorprendía no era la victoria de la mujer ni la derrota del hombre herido, sino la sensación de que todos, sin excepción, estábamos siendo observados. Todos éramos medidos no solo por nuestra habilidad, sino por lo que representábamos: nuestro potencial, nuestra fuerza interna. Y yo sabía que había algo más en mí, algo que aún no había revelado por completo.

Aedric parecía estar procesando mis palabras, pero su atención pronto se desvió hacia el siguiente combate. La tercera fase estaba a punto de comenzar, y la arena se llenó de vítores. Sin embargo, una pequeña chispa de incertidumbre brillaba en sus ojos, como si ahora estuviera más consciente de que este evento iba mucho más allá de lo que él había imaginado al principio.

"Será interesante ver qué pasa a continuación", dijo Aedric, con una sonrisa nerviosa, como si tratara de calmar sus propios pensamientos.

Yo lo miré por un momento, antes de responder con una ligera sonrisa en mi rostro. "Sí. Muy interesante."

Un suspiro pesado escapó de mis labios, y mi mirada se deslizó hacia el palco donde sentí esa misma mirada fija en mí una vez más. Allí estaba, esa sensación persistente de ser observada, como si alguien estuviera estudiando cada uno de mis movimientos. Era la misma sensación que tuve días atrás, cuando gané en la fase dos, y aunque traté de ignorarlo, no pude evitar pensar en quién o qué estaba detrás de esa mirada.

Probablemente había llamado la atención en ese momento, en la batalla grupal, donde no sólo mi destreza, sino también mi poder, se había desbordado sin querer. Había sido un recordatorio de que no estaba aquí solo para "participar". Algo dentro de mí sabía que no podía seguir ocultando todo lo que llevaba dentro, que no podía seguir controlándome por completo.

Pero, por ahora, esas preocupaciones no tenían cabida. Me sacudí esos pensamientos y volví mi atención a la arena, donde el siguiente combate comenzaba a desarrollarse. Los dos luchadores, aunque poderosos, no eran tan intensos como los anteriores. El combate era más una exhibición de habilidades, una demostración de destreza, pero sin la misma pasión destructiva que vi antes.

Me dejé llevar por la lucha, observando cada movimiento, cada hechizo, cada técnica. Sabía que aquí todos eran fuertes, todos tenían algo que los hacía únicos, pero ninguno de ellos me ofrecía el desafío que realmente buscaba. No podía dejar de pensar en cómo la fase final, la calificación para los mejores luchadores, sería el verdadero momento para probar hasta qué punto podía llegar. El Consejo, los magos poderosos que estaban observando, seguramente no buscaban sólo habilidades; buscaban algo más profundo, algo que podría cambiar el rumbo de todo este evento.

De nuevo, sentí esa mirada, como una presión ligera sobre mi piel. Volví a mirar el palco. Allí estaba, el mismo punto desde donde venía esa energía extraña que parecía envolverme cada vez más. No podía ver bien quién estaba, pero sabía que esa mirada no era casual. ¿Era la misma persona de antes? ¿O era alguien más? La incertidumbre volvió a nublar mi mente, pero la dejé a un lado por el momento.

Volví mi mirada a la arena y me concentré en los luchadores. El combate era interesante, sí, pero mi mente ya estaba más allá de eso. Aún quedaban desafíos por enfrentar, y yo sabía que, al final, solo podría avanzar si demostraba no solo mis habilidades, sino también mi capacidad para manejar mi verdadero poder.

"Un paso más", susurré para mí misma, y me preparé para el siguiente round.

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